6/04/2007

¿HACIA DÓNDE VA EL ARTE CONTEMPORÁNEO?

"For the love of God" ( "Por el amor de Dios") 2007
Pieza expuesta por la galería londinense White Cube, obra del artista británico Damien Hirst. La obra estará expuesta al público hasta el 7 de julio de este año.


El artista británico Damien Hirst, perteneciente al llamado grupo Brit-Art, presentó en Londres su última creación artística: una calavera de platino incrustada de diamantes y valorada en unos 72 millones de € (100 millones de dólares), el mayor precio para una pieza de un artista vivo. El cráneo, copiado de la cabeza de un hombre europeo de 35 años que vivió entre 1720 y 1810, cuenta con 8.601 diamantes perfectamente cortados y pulidos, incluido uno rosa de gran tamaño en el centro de la pieza, valorado en ocho millones de dólares. El coste de producción de la pieza ha sido de 20 millones de €, pagados por el propio artista.

La obra muestra que no vamos a vivir para siempre. Pero también tiene un sentido de victoria sobre la muerte”; "Es una celebración de vida al cubrir el símbolo primordial de la muerte con el símbolo primordial de la lujuria, el deseo y la decadencia", indicó Hirst durante la presentación de la obra en la galería White Cube de Londres.

El artista de 41 años, cuya preocupación por los temas de la vida y la muerte lo llevó a embalsamar animales y sumergirlos en piscinas con acrílico derretido, afirmó que su último trabajo estuvo inspirado en calaveras aztecas similares. Fabricada por unos joyeros londinenses, la calavera, titulada “For the love of God” (“Por amor a Dios”) pretende ser, según Hirst, “lo más que puede conseguirse en cuanto a decoración porque nuestra sociedad ama el dinero y la riqueza”.
Hirst vuelve también en su nueva exposición a los tiburones, terneros y otros animales conservados en tanques de formol.

Con esta noticia "cultural" podíamos deleitarnos el pasado sábado 2 de junio. Muchos medios escritos dieron cuenta de esta fabulosa pieza (por su coste, no por sus cualidades artísticas, que eso es otra cosa). Ignoro si las televisiones españolas, tan atentas ellas a las cosas de las tripas, el corazón y los sucesos, se hicieron eco de la noticia.
La trayectoria de este artista británico no deja de ser sorprendente. Figura entre las personas más ricas del Reino Unido, según una lista publicada por el dominical The Sunday Times; ha amasado una fortuna personal de casi 260 millones de dólares. En esta exposición, como en otras realizadas anteriormente, habrá más animales en formol, incluido un tiburón tigre dividido longitudinalmente en dos mitades, cada una en un tanque distinto, y una ternera aseteada por las flechas y atada a un poste que ha titulado San Sebastián: Exquisito Dolor. Otra de sus instalaciones es la titulada La Adoración, en la que Hirst reconstruye la escena de la Navidad con tres ovejas disecadas adorando a un niño de plata esterlina metido en una incubadora.
Que el artista se haya enriquecido con sus creaciones no debería llamarnos ya la atención; las obras de arte hace tiempo que fueron incorporadas, por marchantes, coleccionistas y galeristas avispados, al "mercado" como un producto más sometido a las leyes de la oferta y la demanda. En este caso, además, es incuestionable el valor económico de la pieza por la naturaleza de los materiales empleados en su producción. Otra cosas bien distinta es su valor artístico. No dudo de que pronto aparecerá un "coleccionista" (llamémosle inversor, más bien), que estará dispuesto a pagar la nada despreciable suma en que ha sido "valorada" la obra, para mayor regocijo del artista y la galería que la expone. Más no es ese el asunto que debiera preocuparnos, si es que debiera preocuparnos de alguna manera este asunto. ¿Es realmente la pieza una reflexión sobre la celebración de la vida? ¿un canto crítico al hedonismo de nuestras sociedades opulentas?. Para mí es la demostración más palpable de la inanidad de muchas de las propuestas artísticas del presente; pretendiendo provocar a las mentes bien pensantes (a qué tanta res desollada y abierta en canal, tanta carne sanguinolienta flotando en formol), no provocan más que tedio. ¿De verdad que hemos conseguido triunfar sobre la muerte? ¿Es el lujo y el placer la única forma de triunfo posible sobre ese destino fatal y previsible?. Es posible que el artista no haga más que constatar lo obvio: que en el mundo, todo lo mueve la codicia y el placer. ¡Qué lejos quedan las "Vanidades" de Valdés Leal, aquel que nos avisaba en el siglo XVII de lo inane de los placeres de la vida ante la llegada victoriosa de la muerte!. ¿No será esta calavera diamantina una "vanidad" más?

Postdata:
También la calavera cruzada sobre dos tibias era el símbolo de los piratas en épocas pasadas. ¿No será el Sr. Hirst un corsario dispuesto a birlarnos algo más que la cartera?

No hay comentarios:

Publicar un comentario