LAS CURVAS DEL MÁRMOL Praxíteles, cuya vida como la de la mayoría de los artistas griegos está bastante teñida de fantasía, es conocido como el primer escultor en realizar un desnudo femenino, la Afrodita de Cnido. El hecho no es anecdótico porque los griegos habían representado el cuerpo masculino desnudo desde sus primeras esculturas arcaicas, pero el femenino había aparecido siempre cubierto de ropa, aunque a finales del siglo V estos ropajes desnudaran más que cubrieran.
La aparición del desnudo femenino implicaba un cambio de mentalidad y un ideal cultural que pasaba de ser representado por el atleta, viril, encarnación de los valores cívicos de la polis -entre los cuales la guerra, que en la cultura griega era concebida en términos civilizadores-, a un ideal humano afeminado, para el cual los valores del arte y del pensamiento cuentan más que los atléticos. Praxíteles prefería la escultura en mármol al bronce más propio del siglo V, e incluso su concepción del modelado, muy sutil, con suaves pasajes de la oscuridad a la luz, llevó a que algunas de sus esculturas estuvieran policromadas por Nicias, un famoso pintor.
Praxíteles parte del clasicismo pero apunta al helenismo. En el siglo V antes de Cristo, Polícleto, autor del Doríforo, una escultura que dominó todo el siglo, como el Hermes de Praxíteles lo haría en el siglo IV, escribió un libro, el Kanon o Regla, donde establecía las relaciones de proporción mutua entre las diferentes partes del cuerpo humano, normativas y matemáticas, introduciendo un naturalismo idealizado que buscaba conciliar la observación de la naturaleza con un ideal de belleza, el del atleta fuerte y maduro. Praxíteles une también la observación de la naturaleza con el ideal de belleza, pero no le interesa el atletismo con todo lo que conlleva. Sus dioses son jóvenes y esbeltos, animados de un movimiento ondulante y sensual que sería conocido en la posterior historia del arte como "curva praxiteliana", una línea que recorre todo el cuerpo dotándolo de un ritmo flexible. Incluso Apolo, el dios representado por Fidias potente y bello, es presentado por Praxíteles en el Apolo Sauróctono como un adolescente sin musculatura y en una actitud juguetona, apoyado en un tronco de árbol mientras persigue una lagartija con una flecha. Para Praxíteles los dioses ya no son encarnaciones místicas de fuerzas abstractas sino seres con intensidad y humanidad.
Los ideales de la polis del siglo V habían caído en descrédito y una época de mayor ambigüedad, que comenzaba a descubrir el individualismo y el placer estaba en ciernes. Praxíteles es no solamente un gran escultor, sino también un verdadero innovador que plasmó en sus obras una nueva visión del arte y de la vida.
Este artículo está firmado por Estela Ocampo, profesora de Teoría del Arte en la UPF.
Publicado en el diario EL PAÍS (21.03.2007)
La aparición del desnudo femenino implicaba un cambio de mentalidad y un ideal cultural que pasaba de ser representado por el atleta, viril, encarnación de los valores cívicos de la polis -entre los cuales la guerra, que en la cultura griega era concebida en términos civilizadores-, a un ideal humano afeminado, para el cual los valores del arte y del pensamiento cuentan más que los atléticos. Praxíteles prefería la escultura en mármol al bronce más propio del siglo V, e incluso su concepción del modelado, muy sutil, con suaves pasajes de la oscuridad a la luz, llevó a que algunas de sus esculturas estuvieran policromadas por Nicias, un famoso pintor.
Praxíteles parte del clasicismo pero apunta al helenismo. En el siglo V antes de Cristo, Polícleto, autor del Doríforo, una escultura que dominó todo el siglo, como el Hermes de Praxíteles lo haría en el siglo IV, escribió un libro, el Kanon o Regla, donde establecía las relaciones de proporción mutua entre las diferentes partes del cuerpo humano, normativas y matemáticas, introduciendo un naturalismo idealizado que buscaba conciliar la observación de la naturaleza con un ideal de belleza, el del atleta fuerte y maduro. Praxíteles une también la observación de la naturaleza con el ideal de belleza, pero no le interesa el atletismo con todo lo que conlleva. Sus dioses son jóvenes y esbeltos, animados de un movimiento ondulante y sensual que sería conocido en la posterior historia del arte como "curva praxiteliana", una línea que recorre todo el cuerpo dotándolo de un ritmo flexible. Incluso Apolo, el dios representado por Fidias potente y bello, es presentado por Praxíteles en el Apolo Sauróctono como un adolescente sin musculatura y en una actitud juguetona, apoyado en un tronco de árbol mientras persigue una lagartija con una flecha. Para Praxíteles los dioses ya no son encarnaciones místicas de fuerzas abstractas sino seres con intensidad y humanidad.
Los ideales de la polis del siglo V habían caído en descrédito y una época de mayor ambigüedad, que comenzaba a descubrir el individualismo y el placer estaba en ciernes. Praxíteles es no solamente un gran escultor, sino también un verdadero innovador que plasmó en sus obras una nueva visión del arte y de la vida.
Este artículo está firmado por Estela Ocampo, profesora de Teoría del Arte en la UPF.
Publicado en el diario EL PAÍS (21.03.2007)
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