10/23/2019

FUENTES PARA UN MEJOR CONOCIMIENTO DEL RETRATO IMPERIAL ROMANO



Roma: EL retrato imperial
 


     El retrato es otra de las formas del arte oficial. Casi siempre esculpido, refleja como es lógico la evolución estilística general, pero también la imagen que el soberano quería dar de sí mismo. Así se explica la multiplicación de una misma obra y su difusión por todo el mundo romano Se crea un modelo oficial para conmemorar un acontecimiento del reinado: instauración, aniversario, nacimiento, victoria. Un artista de talento realiza un prototipo; se hacen copias para su distribución entre los artesanos de provincias, que a su vez las reproducen, a menudo de forma mecánica y mediocre.
También existen
retratos privados de emperadores, en los cuales los escultores tienen mayor libertad para la representación realista de sus rasgos. Pero, en general, el soberano aparece idealizado: Augusto sereno e impasible, a salvo del desgaste de la edad; Nerón, más romántico; Caracalla, tenso hasta la brutalidad. En la Antigüedad tardía la imagen imperial sigue perdiendo realismo hasta perder contacto con su modelo. Cada vez se plantea menos el problema del parecido físico; en cierta forma no se está representando la persona, sino la función. El retrato oficial romano rara vez es un retrato absolutamente realista.
A la fisonomía del soberano se suman
los elementos de su atuendo y los atributos que ostenta, sobre todo en el caso de las estatuas. En efecto, puede aparecer representado de muy diversa guisa: como sacerdote, como jefe militar revestido de su coraza, Tetrarcas, como ciudadano togado o incluso como héroe mitológico o como dios.
La
influencia del retrato imperial sobre el retrato privado es evidente: las elites provincianas llenan de estatuas suyas los monumentos locales, a imitación de la escultura oficial. Los particulares retoman de buen grado las modas adoptadas por el soberano o su esposa, en especial los peinados. El retrato privado, por regla general, está sometido a menos restricciones; pero el objetivo es siempre ofrecer una determinada imagen de la persona, cualquiera que sea su posición social. En Italia y muy particularmente en la región de Roma, los libertos se hacen representar en sus relieves funerarios de acuerdo con normas artísticas muy precisas, destinadas a poner de relieve su modesto ascenso social.
Se recordará que durante un largo período,
bajo la República, sólo las familias patricias estaban autorizadas a tener retratos de sus antepasados. Celosamente guardados en armarios, se exhibían solemnemente en las ceremonias. Sin embargo, el arte del retrato no es una creación romana. Ya se había desarrollado en Grecia, particularmente en la época helenística y toda una corriente de la escultura no está marcada por el recuerdo de los retratos de los sucesores de Alejandro, más preocupados, no obstante, por destacar sus cualidades morales -reales o supuestas- que por lograr una verdadera semejanza. Otra corriente, a menudo considerada más específicamente romana, acentúa las características físicas, incluso las desagradables, en especial las huellas de la edad. El realismo, atenuado a veces por el idealismo heredado de la escultura helenística, también puede ser sólo aparente, como en la época republicana, cuando se acentúan los rasgos -fisonomía huesuda e incluso descarnada, nariz y orejas muy marcadas, por ejemplo- porque sirven para definir la imagen de sí misma que quiere ofrecer una parte de la clase dirigente romana: de hombres apegados a la tierra, duros en el trabajo, con una rudeza física que es reflejo de su rigor moral. Una vez más se interpreta y, en cierta medida, se deforma la realidad.
La extensión del arte romano al conjunto de la cuenca mediterránea establece un cierto
equilibrio entre ambas corrientes: el realismo apegado a la representación de la persona y una idealización que tiende a revelar, más allá de las apariencias, la vida interior del sujeto, sus cualidades y defectos, e incluso los debates que tienen lugar en su conciencia.

La abundancia de esta producción indica un desarrollo considerable de los talleres de los escultores, desigual según las diversas regiones del imperio. Un hecho que explica la falta de uniformidad, al margen de las grandes corrientes estilísticas cuya influencia se hace sentir más o menos vivamente en todas partes. En un momento dado, por ejemplo, no será igual la ejecución de los retratos de hombres que de los de mujeres o niños; asimismo se dan sensibles diferencias entre los talleres de Roma propia mente dicha o, e términos más generales, de la parte occidental del imperio y los de Asia Menor o le Grecia. Los unos son más sensibles a la estructura de una cabeza e intentan reproducir en mármol las líneas fundamentales de la misma; los otros, por el contrario, se centran más en el tratamiento de las superficies: retratos de un mismo emperador realizados en Atenas y en Roma, semejantes en la re producción de las facciones.

FranÇois Baratte.- El arte romano. Ed. Paidós. Barcelona 1985. Págs. 31-38


Podéis consultar esta página web:
http://www.antropos.galeon.com/html/esculromana.htm

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