5/31/2012

JORNADA DE REFLEXIÓN

El pensador, A. Rodin

    Hoy, 31 de mayo de 2012, ha terminado el curso, otro más. Parece que fue ayer (ahí va el primer tópico...) cuando iniciamos juntos esta singladura, pero han pasado nueve meses. Ha sido un tiempo fecundo de trabajo y reflexión, tal vez de aprendizaje y, me gustaría pensar, que también de disfrute. Hemos pasado, a pesar de todo, buenos ratos juntos. Ahora todo este viaje pasará a formar parte de la memoria personal de cada uno, de su propia experiencia; no sólo se acaba un curso, para la mayoría de vosotros se cierra una etapa esencial en la vida, la época del instituto, "esos maravillosos años..." (ya, ya sé que aún no, pero ya veréis lo que es capaz de hacer la memoria, esa arpía que todo lo distorsiona y embellece). Como todo lo que acaba es, en realidad, un nuevo comienzo (¿segundo tópico?), no está de más hacer balance pues, como Heráclito, siento que cada curso me sumerjo, y vosotros conmigo, en este caudaloso rio de la historia del arte pero ¡Ay! el agua, es decir vosotros, nunca sois los mismos (¿cómo vamos de tópicos?). 
   Como el agua os escurrís y os dirigís hacia el encuentro con el futuro, esa bestia que no vendrá a comer mansamente en vuestras manos, como dijo el poeta Ángel González. En estos tiempos sombríos y duros, donde la esperanza está siendo aniquilada, siempre nos quedará la belleza, tal vez el único refugio posible para esquivar los embates de quienes han convertido el presente en una ciénaga. No es el arte sólo un lugar para la belleza, no puede serlo, como habeís podido comprobar en estas últimas semana; puede ser, también, un espacio para la reflexión y el debate, para la estimulante crítica de un presente atravesado de amenazas, para encontrar, siguiendo las imágenes y las voces del pasado, las claves con las que enfrentarnos a aquellos que pretenden destruir, con su insidiosa e infinita codicia, la esperanza en un mundo mejor.  
   Que sea el arte y su historia, las voces y las imágenes de aquellos que nos han precedido y están en lo que somos, parte del equipaje con el que partiréis a la conquista del mundo. ¡Que tengáis un feliz viaje!

5/30/2012

LA PARTE POR EL TODO 24




LA RAYA VERDE 
Autor: Henri Matisse
Tipo de obra: Óleo y témpera sobre lienzo 0,40 m. x 0,325 m..
Estilo: Fauvismo - Cronología: 1905 -1906
Localización geográfica: Copenhague, Museo Real de Bellas Artes




¿Quién nos mira? ¿Quién pintó este cuadro?

La pintura romperá todos sus dogmas a partir de esta corriente estilística. El afán de los pintores más jóvenes por romper con las ataduras del pasado, el no ser leales a ninguna corriente, el buscar con denodado apasionamiento un camino para la expresión propia... desembocarán, una vez más, en la creación de un nuevo lenguaje. Demuestra que los prejuicios con los que empezaste el curso se han ido diluyendo y cuéntanos de qué se trata, de que nuevo monstruo pictórico estamos hablando...


VEAMOS LO QUE PODEMOS DECIR DE ESTA ROMPEDORA OBRA Y DE SU AUTOR, HENRI MATISSE:

     La obra representa el retrato de la esposa de Matisse, un retrato duro y colorista que define a la perfección el momento por el que el autor se identifica con sus “fauves” sus composiciones preferidas, sus fieras particulares. La mujer, seria y en posición de posar para el retrato, desvía ligeramente su mirada del frontal del cuadro, ofreciendo un aspecto de tranquilidad y al mismo tiempo de tensión.
    Pero lo más importante de la composición es el juego de líneas y de colores que definen el retrato, líneas que definen bruscamente el límite de las formas de la cara y el vestido, y colores poco mezclados, dibujados con aparente falta de orden, y con falta de sentido común en la aplicación. Destaca sobre todo la famosa raya verde que da título al cuadro, y que delimita de una forma brusca los dos lados de la cara. Y que para definir la zona más iluminada de la más obscura se emplean dos colores como el naranja y el rosa , que no se corresponden con una representación naturalista de un retrato. 
    La composición de colores del cuadro produjo un especial horror en el Salón de Otoño de los fauvistas en 1905, la gama de colores brillantes no sólo se aplicaban al fondo o a las ropas, sino al rostro, lo que hacía la pintura aún más provocativa.

    Matisse en esta obra combina la idea pictórica de la saturación de color, paradigma de su estilo, con un tema más íntimo y privado, el retrato de su mujer. Su estilo se decanta cada vez más por un sentido decorativo de la pintura. Su filosofia artística se podría resumir en un comentario que hizo en respuesta a una objeción que le acababa de hacer una señora, esta le dijo: «Estoy convencida de que el brazo de esta mujer (refiriendose a una figura femenina de una de sus obras) es demasiado largo». Matisse contestá: «Madame, estais equivocada, Esto no es una mujer, es un cuadro».

Un cuadro no tiene que ser necesariamente idéntico al mundo que nos rodea, tal como lo demuestra Matisse con esta respuesta y con la pintura que comentamos. Matisse no ha pintado la escena tal como la veríamos realmente, y ¿por qué habria tenido que hacerlo?, ¿no es mucho más agradable este sorprendente juego de colores, quizá más apropiado que un retrato más naturalista?.

La denominación de Fauves se aplicó a Matisse y a sus amigos Dufy, Dérain, Rouault y Vlaminck, en el Salón de Otoño de 1905, donde coinciden con los primeros expresionistas alemanes, de los cuales ellos eran una variante  mediterránea que manifestaba sencillamente y sin trasfondo dramático y transcendental, la “joie de vivre” ilusión por la vida, de los artistas, expresión que es, precisamente, el título de otro cuadro de Matisse. El acto de presentación de las obras de estos artistas, provocó un considerable escándalo de la crítica. Entre otros vituperios se dejá caer el nombre de jaula de las fieras (cage aux fauves) refiriéndose al conjunto de artistas que hemos citado. De esta manera una tanto fortuita quedó bautizado el movimiento presentado oficialmente como tal el año 1907.

La formación de Matisse es lenta y la alterna con viajes a Londres e Italia. Hasta 1899 su producción gira en torno a los impresionistas, pero a partir de esa fecha, y hasta 1904, período conocido como oscuro, recibe la influencia de los nabis y de Cézanne y realiza bodegones y paisajes de gran solidez estructural y planos de color, como puede apreciarse en Platos y fruta (1901) y Bosque de Boulogne (1902). En 1904 pinta Lujo, calma y voluptuosidad, en el que sigue el neoimpresionismo, pero ya se anuncia el fauvismo, que estallará en el verano de 1905 en Colliure. Esta obra fue muy criticada por Denis, que la define como «esquema de una teoría». En Colliure pinta cuadros que todavía siguen de cerca los métodos puntillistas, como Mujer con sombrilla, para alcanzar una libertad y espontaneidad absolutas en otras obras, como Vista de Colliure. Unos meses después, en el Salón de Otoño, expone una obra —que fue adquirida por los hermanos Stein—, Mujer con sombrero, en la que es apreciable la evolución del método cromático que le lleva a descubrir que la interacción de los colores planos dota de  coherencia a la obra; en 1906 pinta "La alegría de vivir", que puede ser considerada una obra tradicional en cuanto al tema, pero absolutamente moderna y libre por su factura.

En mayo de 1906 realiza un viaje de dos semanas a Argelia, donde visita el oasis de Biskra. Curiosamente no realiza allí cuadro alguno, pero a su regreso a Francia pinta en Colliure la obra Desnudo azul (Recuerdo de Biskra), en cuya realización se puede observar la influencia de la escultura africana y la utilización de colores poco diferenciados. El Desnudo, en el que domina la línea, puede relacionarse con alguna de sus esculturas. Matisse se lleva a París cerámica popular y otros objetos de Biskra que aparecen representados en ocasiones en sus obras. África y su exotismo le entusiasman, y realiza diversos viajes entre 1911 y 1913 y en 1923 a Tánger, que modifican por completo la luz y el color de su obra, como puede observarse en El taller del artista (1911), Paisaje visto desde una ventana (1912-1913) y otras. 
En 1917 se instala en Niza, donde comienza el período denominado nicenco, en el que domina como tema la mujer, que da lugar a la serie Odaliscas, y que continuará hasta los años treinta. Progresivamente su técnica se simplifica y trata los colores de forma plana, como sucede con las obras que en 1910 realiza por encargo de Shchukin para su casa de la calle Znamenski: La danza (colocada en la escalera) y La música. Pese a este proceso simplificador, no deja de introducir en un primer momento elementos decorativos y arabescos. Hacia 1928 simplifica sus formas y se interesa particularmente por la línea y el color, sin perder su audacia, como se pone de relieve en la obra Desnudo rosa (1940), en la que realiza un arabesco perfecto. En sus últimos años Matisse realizó una serie de aguadas recortadas, que bordean la abstracción. La obra más ambiciosa de esta época fue la decoración y proyecto de la capilla del Rosario, en Vence (1948-1950). Ilustró, entre otras obras, las Poesías de Mallarmé.

FUENTE:  http://www.xtec.cat/~jarrimad/contemp/matisse.html

5/25/2012

RECORTE DE PRENSA: EL FAUVISMO

El diario EL PAÍS en su edición de hoy 25 de mayo, publica un interesante artículo sobre:

 
                                'Bañistas en la playa'.

El zarpazo fauvista fue el preámbulo de la muerte 

Llega a la Fundación Mapfre el atormentado Kirchner, grande del expresionismo alemán

Ángeles García 
Madrid 25 MAY 2012 - 03:47 CET


   La fidelidad eterna a las artes primitivas y el zarpazo fauvista quedaron incrustadas para siempre en el imaginario salvaje de Ernst Ludwig Kirchner (Aschaffenburg, Alemania, 1880-Frauenkirch, Suiza, 1938). El artista pintó su obra Dos mujeres en aguamanil (Las hermanas) en 1913, en Berlín, en plena efervescencia expresionista: todo un símbolo. Vestidas de rosa y verde furioso, el contorno de sus repintajeados rostros está marcado en negro. El naranja, en cambio, marca los límites de las manos. El cuadro es toda una explosión de color de un prototipo de mujeres de la calle que el pintor integrante del grupo Die Brücke (El puente) retrató profusamente durante los años (desde 1911 hasta 1915) que trabajó en Berlín; un período en el que las entrañas de la ciudad alimentaron su creatividad.
   Es el tiempo en el que la mano atormentada de Kirchner pinta paisajes periféricos, artistas de variedades, circos, prostitutas desnudas... La inquietante atmósfera de la Alemania de preguerra sobrevuela acentuando el contraste con el espectacular crecimiento que entonces experimentan la industria y la burguesía.

Si te interesa seguir la lectura, puedes acceder al artículo a través de este enlace:
 
 http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/24/actualidad/1337887523_688479.html