EL GRECO
El Greco es el apodo por el
que popularmente se conoce a Doménikos Theotokópoulos, uno de los artistas que
mejor supo entender y desarrollar el Manierismo.
Nació en 1541 en la localidad de Candía, actual Heraklion, capital de la isla
de Creta, que en aquel momento era posesión de la Serenísima República de
Venecia. Conocemos pocos datos sobre su familia; su padre se llamaba Giorgio y
su hermano mayor Manussos, hombre de una importante posición económica ya que
ejerció como recaudador de impuestos durante casi 20 años, siendo también
presidente de la Cofradía de Navegantes, llegando a obtener patente de corso
del Dux de Venecia para ejercer la piratería contra los turcos. Manussos se vio
obligado a vender sus bienes en 1583 para pagar una deuda de 6.000 ducados al
gobierno; años más tarde se trasladó a Venecia. Los Theotokopoulos pertenecían
con toda probabilidad a la colonia católica de Candía, recibiendo el joven
Doménikos una acertada y amplia formación humanística. Artísticamente parece
probable que se formara en el taller de un pintor de iconos llamado Juan
Gripiotis aunque parece tener también contacto con Georgios Klontzas.
Doménikos trabajó en las dos vías
existentes en la pintura cretense de
la segunda mitad del siglo XVI: la tradicional - "alla greca"
siguiendo los modelos bizantinos - y la moderna
- "alla latina" según los modelos llegados del Renacimiento italiano -.
Trabajando en esa doble dirección, El Greco pronto alcanzó una importante
posición entre los pintores cretenses, siendo denominado "maistro"
hacia 1563. Doménikos es un hombre de buena educación, espíritu inquieto,
grandes ambiciones y altas aspiraciones, tanto económicas como sociales o
profesionales. Candía se quedó pequeña y decidió abandonar la isla para continuar
su aprendizaje. Al estar Creta bajo el dominio de Venecia, parece lógico que
fuera ése el primer destino del joven pintor. Efectivamente, entre enero de
1567 y agosto de 1568 El Greco parte hacia la Ciudad de los Canales, donde
vivían unos 4.000 griegos, entre los que podía estar su hermano Manussos.
No existen datos fidedignos de la estancia en Venecia, aludiéndose más
tarde a una estancia en el taller de Tiziano;
concretamente su amigo Giulio Clovio
le presenta como "discípulo del Tiziano" mientras Mancini añade que
"había estudiado en Venecia y particularmente las cosas de Tiziano".
Esto no se puede probar pero es lógico pensar que Doménikos se relacionase con
los talleres más prestigiosos del momento, no para realizar un proceso de
aprendizaje normal - tenía 26 años - ni para colaborar estrechamente con ellos
sino para tomar los elementos que más le interesaran. El Greco realizará en
Venecia un trabajo de asimilación de la pintura renacentista, como se observa
en sus obras. Brown considera, con buen criterio, que no se formó plenamente en
el taller de Tiziano ya que una relación prolongada entre ambos hubiera permitido
a Doménikos establecerse en la ciudad y continuar con el taller del anciano
pintor, asegurándose un aceptable futuro. Sería más lógico pensar que El Greco
reaccionó recogiendo de manera ecléctica lo que le pareció interesante de los
diferentes maestros que trabajaban en la
Serenísima República: Tiziano, Tintoretto, Veronés, Bassano, Pordenone o Schiavone, interesándose especialmente por el Manierismo.
Tres años después, Doménikos se traslada a Roma, donde pasará siete años. Desconocemos las razones
de este viaje, posiblemente por la importante competencia que existía en
Venecia mientras que en la Ciudad Eterna, tras el fallecimiento de Miguel Ángel
en 1564, existían más posibilidades de recibir buenos encargos. Durante el
viaje parece casi seguro que se detuvo en Parma, donde estudió las obras de Correggio y
Parmigianino.
En noviembre de 1570 está en Roma, contacta con el miniaturista Giulio Clovio,
iniciando una estrecha amistad que permitió a Doménikos ingresar en el palacio
de uno de los mecenas más importantes de su tiempo: el Cardenal Alejandro
Farnesio. Allí conocerá a uno de sus pilares durante su estancia romana, el
bibliotecario Fulvio Orsini, procedente de una ilustre familia e interesado por
la Antigüedad, un auténtico humanista, sin renunciar a poseer una importante
colección de pintura. Doménikos
aprovechó las oportunidades de formación que se le brindaron, estudió las
colecciones del cardenal y su bibliotecario, admiró la obra de Miguel Ángel y
los manieristas romanos, y fue admitido en la Academia de San Lucas en 1572,
eso sí, dentro de la modesta categoría de miniaturista. Esta noticia indica que
El Greco no destacó mucho en el competitivo mundo romano, sin conseguir ningún
encargo público de importancia. Aunque parezca que los años pasados por
Doménikos en Roma no le condujeron a nada serán fundamentales para su llegada a
España. En las tertulias que tenía Fulvio Orsini en el Palacio Farnesio acudían
eruditos de diversas nacionalidades, entre los que destacaba el español Don
Luis de Castilla, joven clérigo e hijo del deán de la catedral de Toledo, cuya
estancia en Roma está documentada entre 1571 y 1575, convirtiéndose en amigo y
defensor del artista durante toda su vida, hasta el punto que participó como
albacea en su testamento. Hacia 1575 Doménikos empezaría a considerar su marcha
a España; en primer lugar, por las posibilidades existentes para trabajar
debido a la construcción del Monasterio de El Escorial, en cuya decoración
estaban participando pintores romanos como Tibaldi o Zuccaro; en
segundo lugar es probable que don Luis de Castilla invitara a su amigo a trasladarse
a Toledo, donde podía encontrar también trabajo fácilmente. La suerte está
echada para Doménikos; su próximo destino es la Península Ibérica, adonde
llegaría en 1577 pasando una temporada por la Corte madrileña para después
trasladarse a Toledo, donde recibirá sus dos primeros encargos: el Expolio de Cristo
y los retablos
del convento de Santo Domingo el Antiguo, siendo el cliente en ambos casos la
misma persona: don Diego de Castilla, el deán de la catedral toledana y padre
de don Luis. Los documentos relacionados con ambos encargos indican que El
Greco estaba en Toledo de paso, teniendo en mente intentar triunfar de nuevo en
Madrid. Ésta sería la razón por la que realiza una serie de obras para el rey
Felipe II: la Alegoría de la Liga
Santa y el Martirio de San
Mauricio. Dichas obras no fueron del agrado del rey católico por lo
que Doménikos se instala definitivamente en Toledo, ciudad donde triunfará el
resto de su vida. Allí contará con la protección de un importante número de personajes
cultos e influyentes que le encargarán sus obras más espectaculares,
estableciendo con la mayor parte de ellos relaciones de amistad. En Toledo
formará El Greco una familia aunque apenas existan datos en este sentido.
Parece probable que nada más llegar a España inicia una relación con doña
Jerónima de las Cuevas, naciendo Jorge Manuel
en 1578. Sobre doña Jerónima se ha especulado mucho considerándose que se
trataba de una noble o descendiente de una familia morisca. El caso es que no
existen noticias sobre el matrimonio entre ambos amantes, apuntándose a que
Doménikos ya estaba casado en Italia, sin dejar de lado la posibilidad de un
desliz juvenil entre ambos, lo que llevaría a doña Jerónima a un convento. No
hay duda que Jorge Manuel era hijo natural, refiriéndose a él en una ocasión
como "sobrino" apelativo que se utilizaba en la época para referirse
a los bastardos. El Greco estableció su hogar en la Ciudad Imperial y ocupó un viejo
palacio gótico-mudéjar propiedad de los marqueses de Villena, del que en la
actualidad no queda ningún resto. Allí formó su próspero taller, dedicándose a
la elaboración de cuadros, diseño de retablos y escultura. En este taller
trabajarán su buen amigo, y posiblemente socio, Preboste, Jorge Manuel, Luis Tristán
y Pedro de Orrente,
éstos dos últimos durante una temporada. Antón Pizarro, Pedro López y los
escultores Miguel González y Giraldo de Merlo también estaban vinculados al
taller, incluyéndose entre ellos el grabador flamenco Diego de Astor en 1605.
Los precios cobrados por las obras que realizaba el taller eran elevados para
lo que acostumbraban a pagar los españoles, lo que provocó numerosos litigios,
como en los casos del Expolio, el Entierro del señor de
Orgaz o los retablos del Hospital de la Caridad
de Illescas. La mayor parte de ese dinero que ganó Doménikos fue
derrochada al llevar un fastuoso tren de vida, como indica Jusepe Martínez:
"ganó muchos ducados, pero los despilfarró en una vida ostentosa; incluso
mantenía a músicos asalariados en su casa de modo que pudiera gozar de todos
los placeres mientras comía". Pacheco
observó que "era extraordinario en todo, y tan extravagante en sus
pinturas como en sus costumbres". Paulatinamente se irá afianzando entre
la clientela toledana, de la que recibe sus mejores encargos: entre 1586-1588
el famoso Entierro del señor de Orgaz, diversos retablos para instituciones
religiosas tanto de Toledo como de Madrid - el famoso encargo del Colegio de
doña María de Aragón que actualmente ocupa el edificio del Senado español - o
pueblos limítrofes como Illescas o Talavera la Vieja. Sus figuras se hacen cada
vez más estilizadas, en un estilo muy personal con figuras desproporcionadas,
colores violentos y vibrantes, fuertes escorzos, que consigue calar
profundamente en la mística sociedad toledana. Algunos especialistas han
llegado a especular sobre una posible enfermedad visual como causante de esas
deformaciones pero recientes estudios han demostrado que El Greco empleaba ese
estilo porque era de su agrado y también del de su clientela. En Toledo
fallecerá Doménikos el 7 de abril de 1614 a la edad de 73 años, según consta en
la partida de defunción que se encuentra en la parroquia de Santo Tomé -
"en siete del falescio Dominico Greco no hizo/ testamento. Recibió los
sacramentos. Enterrose en / Santo Domingo el Antiguo, dio velas" (sic) -.
Días atrás había otorgado un poder a su hijo para que pudiera hacer testamento
en su nombre, indicando que se encuentra "echado en la cama, enfermo de
una enfermedad que Dios Nuestro Señor fue servido de me dar y en mi buen seso,
juicio y entendimiento natural", nombrando heredero universal de todos sus
bienes a Jorge Manuel y figurando entre sus albaceas su buen amigo don Luis de
Castilla. Acerca del entierro del pintor también existen algunas incógnitas. Se
sabe que fue enterrado en la iglesia del convento de Santo Domingo el Antiguo
en un altar cedido en 1612 por las monjas "para siempre jamás" a
cambio de 32.000 reales condonados por un monumento para la Semana Santa y por
el compromiso de decorar el altar - para ello realizó la Adoración de los
pastores que hoy guarda el Museo del Prado -. A partir
de estas noticias existen dos hipótesis: sigue en Santo Domingo enterrado junto
a su nuera, Alfonsa de los Morales, cubiertas las tumbas por construcciones
posteriores, o en 1618 fueron trasladados su cuerpo y el de su nuera a la
iglesia de San Torcuato, cuyas obras estaba dirigiendo Jorge Manuel. Esta
iglesia toledana ha desaparecido por lo que no sabemos en la actualidad dónde
se ubica el cuerpo del gran pintor cretense cuya vida resume en unos versos su
buen amigo el poeta Fray Hortensio Felix
Paravicino: "Creta le dio la vida y los pinceles, / Toledo mejor
patria, donde empieza / a lograr con la muerte eternidades".
FUENTE: ARTEHISTORIA: http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/personajes/2106.htm
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