Un cuaderno de bitácora para navegar por la historia del arte. Cada entrada está relacionada con algunos de los estadios de la creación artística a lo largo de la Historia. Desde la Prehistoria hasta la más rabiosa actualidad. Todo un curso al ritmo pausado del calendario. Para aquellos que consideran que el arte existe porque la vida no es suficiente.

5/31/2020

EL FAUVISMO, LOS ARTISTAS

EL Fauvismo



Protagonistas del fauvismo
FauvismoEl fauvismo fue un movimiento pictórico francés de escasa duración. Se desarrolló entre 1904-1908 aproximadamente.
El Salón de Otoño de 1905 supuso la primera exhibición para el grupo. El crítico de arte Louis Vauxcelles tras contemplar las gamas cromáticas estridentes y agresivas de los trabajos expuestos les atribuyó el término "fauves", que en español significa fieras. El nombre asignado era en origen un calificativo peyorativo, como les sucedió a otros movimientos artísticos del S. XX, pero fue asumido por el público y posteriormente introducido en la historia del arte sin connotaciones despectivas.
El movimiento se fraguó en torno a Henri Matisse y sus integrantes fueron André Derain, Maurice de Vlaminick, Henri Manguin, Albert Marquet, Jean Puy y Emile Otón Friesz. En 1906 se unieron también George Braque y Raoul Dufy.
El Fauvismo no fue un movimiento conscientemente definido, careció de un manifiesto. Fue un mosaico de aportaciones en el que cada pintor acometía sus obras como una experiencia personal cargada de espontaneidad y de frescura. Les unió la actitud violenta con la que se enfrentaron a los convencionalismos de la época rechazando las reglas y los métodos racionales establecidos. Reaccionan contra el Impresionismo y contra la importancia que éstos habían dado a la luz a costa de la pérdida del color.
Los fauvistas creían que a través de los colores podían expresar sentimientos y este pensamiento condicionó su forma de pintar. No buscan la representación naturalista, sino realzar el valor del color en sí mismo. Por ello, rechazaron la paleta de tonos naturalistas empleada por los impresionistas a favor de los colores violentos para crear un mayor énfasis expresivo.
Emplearon una pincelada directa y vigorosa, con toques gruesos, sin mezclas, evitando matizar los colores. Las figuras resultan planas, lineales, encerradas en gruesas líneas de contorno. Sus creaciones respondían a un ejercicio de sintetización, buscan la máxima intensidad emocional combinada con la máxima simplificación de elementos. Por ello renuncian a la perspectiva clásica, al claroscuro y al modelado de los volúmenes. La luz tiende a desaparecer y con ella la profundidad. Sus temas son retratos, naturalezas muertas, personajes en interiores, paisajes hermosos.
Otra característica es el gusto por la estética de las estatuas y máscaras africanas. El arte de los pueblos primitivos no es imitativo, sino que plantea un evidente alejamiento de las formas naturalistas para tender a la esquematización.
Precedentes del Fauvismo
Para hablar de los orígenes tenemos que recordar a Van Gogh y a Gauguin, ya que ambos huyendo del impresionismo, tomaron una ejecución libre y personal, impulsiva y pasional, a la vez que apostaron por obras intensamente coloreadas.

Protagonistas del fauvismo

Henri Matisse (1869-1954)
Considerado el líder de los fauvistas, fue el único de ellos que no cambió su dirección. Intenta expresar sentimientos a través del uso del color y de la forma.
Su primera formación la realizó dentro de la tradición académica en el estudio de Gustave Moreau, siendo condiscípulo de Roault y Marquet. Realizó numerosas copias de los cuadros de los maestros clásicos a la vez que estudió el arte contemporáneo, sobre todo el de los impresionistas, comenzando su propia experimentación.
Fauvismo. "La Alegría de vivir" Matisse
La verdadera liberación artística de Matisse, referida al uso del color como configurador de las formas y planos espaciales, se produjo bajo la influencia de Van Gogh y Gaugain. También adoptó la técnica puntillista de Signac, pero la modificó aplicando pinceladas más amplias. En La alegría de vivir (1905-1906) resume su aprendizaje inicial de los cuadros clásicos, de Gaugain, de las estampas japonesas y de los iconos persas y bizantinos. Será la obra clave de su carrera. Es una escena fruto de su imaginación, totalmente subjetiva. Utilizó el tema de las bañistas y las odaliscas orientales y las traspasa a un ambiente occidental. Definió los espacios mediante amplias áreas de colores sin matizar, estructurados por medio de las líneas de los cuerpos, que dirigen la vista del espectador y marcan el ritmo de la composición.
La construcción con el color y la simplificación formal dominaban sus cuadros con gran audacia y seguridad. Matisse dibuja con el color, que es el que da entidad a la pintura pudiendo desempeñar el papel de dibujo, de perspectiva y de sombra de volúmenes. En su obra hay alegría, serenidad, es un arte amable, apacible, es un camino hacia la profundidad de sí mismo.
Recibió un reconocimiento internacional durante su vida ganándose la aprobación de los críticos de arte y de los coleccionistas. Uno de los encargos más importantes fue La música y La danza, donde volumen y ritmo se conjugan armoniosamente. Usa tres colores para imprimir movimiento a los bailarines que parecen flotar con ritmo.
André Derain (1880-1954)
La mayor parte de su producción de época fauvista son personajes campestres y urbanos, como Puente en Londres (1906) y muestran colores puros, a menudo aplicados sobre el lienzo directamente con el tubo, pinceladas irregulares y despreocupación por la perspectiva o por la representación realista.
Andre Derain. Fauvismo
Hacia 1908 comienza a experimentar con otros estilos. La influencia de Cézanne le lleva a un colorido más sosegado y a un mayor control en sus composiciones. En Las bañistas (1908) intenta combinar las innovaciones de los pintores anteriores, como Monet y Cézanne. Le influyó el cubismo produciendo obras geométricas como El puente viejo de Cagnes y el primitivismo de la escultura africana. Sus últimas obras, posteriores a 1912 mostrarán cada vez más la influencia de estilos diversos.
Maurice de Vlaminck (1876-1958)
Es el autor de paisajes dramáticos que se inspiran directamente el colorido y la pincelada de Van Gogh. Sus obras fauvistas producen brillantes contrastes cromáticos, como es el caso de Árboles rojos (1906).
La aparición del Fauvismo en Francia en 1905 fue paralela al expresionismo alemán, particularmente a los pintores del grupo Die Brücke. Ambos movimientos marcaron la aparición de lo emocional frente al estudio calculado y teórico de la realidad.
Hacia 1908 comienza a deshacerse el grupo de los fauves, cada uno de sus componentes seguirán caminos divergentes. A partir de ese año, el cubismo asumió la vanguardia, a la que pronto se inclinarán Braque y Derain principalmente.

Fuente: http://www.arteespana.com/fauvismo.htm

LAS VANGUARDIAS DE PRINCIPIOS DEL S. XX: EL FAUVISMO.

 
El Fauvismo.
El fauvismo puede considerarse como uno de los primeros movimientos de vanguardia del siglo, aunque la cohesión y el propósito común del grupo de pintores que la forma es efímera: 1905-1910.
Los características comunes del grupo son las siguientes:
Libertad en el color hasta llegar a la exaltación o la violencia, sin mezclas o matices. El color se independiza del objeto, haciendo un uso arbitrario de este respecto de la naturaleza, cuyos resultados son rostros verdes, árboles azules, mares rojos,...
Extrema simplificación de formas y elementos: los objetos y contornos se perfilan con pinceladas gruesas, anchas, bastas y se rellenan con manchas de color planas.
Interpretación lírica y emocional de la realidad con temas agradables paisajes o retratos.
La profundidad desaparece y los volúmenes se perfilan con pinceladas fuertes y no con el claroscuro. La ruptura con la perspectiva tradicional es un hecho consumado.
Es figurativo pero bastante antinatural.
Los pintores más importantes son: Matisse (Mujer con sombrero)y Derain




Comentario de la obra: Madame Matisse (retrato de la raya verde)
Museo Real de Bellas Artes. Copenhague. 1905


En el campo de las artes plásticas el inicio del siglo supone la irrupción de una serie de movimientos y tendencias que se suceden de forma vertiginosa, superponiéndose en ocasiones las propuestas de unos y otros. Tienen en común su rabiosa modernidad y su intención de transformar radicalmente el lenguaje artístico, asumiendo todos ellos como principio fundamental la libertad plena del artista, sin embargo las opciones son todas muy diferentes, y en la mayoría de los casos contrarias unas a otras.
Para muchos no se considera una vanguardia porque carece de unidad y de un doctrinario específico, pero el fauvismo es la primera novedad artística del S. XX, un movimiento liderado por Matisse, Derain o Vlaminck, que vuelve a exaltar el protagonismo del color, que aparece en estas obras con una autonomía plena dentro del cuadro y una fuerte agresividad a través de sus colores estridentes. Nada que ver con la intención de los expresionistas de grupos como Die Brücke (el puente) o Der Blaue Reiter (el jinete azul), que descubren en Van Gogh la utilización del arte como transmisor de una realidad interior. No obstante, el momento culminante en esta etapa de experimentación y vanguardia vendrá de la mano de Picasso y el Cubismo, convertido sin duda en una de las experiencias artísticas más revolucionarias de todo el siglo XX. Futurismo, Rayonismo, Constructivismo, son otras tantas tendencias que se suceden en un brevísimo espacio de tiempo, que encuentra un freno trágico a su creatividad en la I Guerra Mundial. La guerra tendrá una secuela amarga para todo el mundo, pero son los intelectuales los que sacan las peores conclusiones, convencidos de que la civilización del hombre necesita una transformación radical. En ese contexto surgen nuevas posturas del movimiento expresionista, más críticas que nunca, como ocurre con la Nueva Objetividad, y el nihilismo del movimiento Dadá, tal vez el que con mayor sentido abogue por empezar de cero nuestra cultura occidental. Como una derivación del Dadá surgirá en los años veinte el Surrealismo, influenciado por el psicoanálisis y los descubrimientos freudianos aplicados a la expresión artística. Puede decirse que a partir de ese momento el devenir de las vanguardias empieza su declinar, afectado primero por el totalitarismo generalizado del periodo de entreguerras y finalmente por el estallido brutal de la II Guerra Mundial.
A principios del S. XX, París es la capital indiscutible del arte. Allí empiezan a aceptarse poco a poco movimientos como el Impresionismo, que en su momento había sido revolucionario, pero su bullicioso mundo artístico sigue dando lugar a movimientos rupturistas que no son de general agrado. Especialmente las primeras vanguardias, caracterizadas por su agresividad y su liberalidad.
Entre ellas destaca en primer lugar, como ya hemos dicho, la labor de un grupo de pintores denominados fauvistas por el crítico Louis Vauxcelles, al contemplar las obras de todos ellos colocadas en un apartado especial del Salón de Otoño de París de 1905. Era tal la agresividad del color, sus tonos exaltados e irreales, que aquella sala le pareció una "jaula de fieras (fauves)".
El fauvismo es en realidad un arte de síntesis, que recoge elementos del Impresionismo y del Postimpresionismo, y que sobre todo sigue exaltando el protagonismo del color y su autonomía respecto de las formas. Aspectos éstos que podían advertirse ya en Van Gogh y más aún en Gauguin, pero que los fauves enriquecen con otras propuestas cromáticas: especialmente la utilización de colores primarios, el juego de complementarios y las tonalidades chillonas y agresivas. Caracteriza también a estos pintores la técnica de pincelada suelta y gruesos empastes, y el rechazo a la imitación de la naturaleza. No se trata de imitar la realidad, sino de transformarla en el cuadro recreando así otra, tal y como habían anticipado ya Van Gogh y Gauguin.
El grupo es liderado por el pintor Henry Matisse, al que siguen otros jóvenes pintores como Derain, Vlaminck, Marc o Dufy, pero al igual que ocurrió con los impresionistas, el grupo sólo permanecerá unido un breve periodo de tiempo, a partir de entonces cada artista siguió su propio camino diferente.
Tal vez el manifiesto del grupo Fauve, lo constituya este cuadro. En realidad se trata por encima de todo un estudio de color. Una experimentación sobre las posibilidades del color como elemento del lenguaje pictórico y además una obra emblemática de los primeros fauvistas porque marcaría una línea a seguir, aunque es igualmente cierto que la obra de Matisse pronto seguirá un camino propio e independiente. En su intención de liberar plenamente al color de su vinculación a la realidad, va incluso más lejos de lo que había ido Gauguin en su momento.
Este es un caso muy conocido y bien ejemplar: el soporte temático del cuadro es real, es un rostro, pero la figura no es lo importante, lo que prima es la importancia de la mancha de color, muy empastada y de gran fuerza y violencia, buscando nada más que su interrelación y la armonía cromática. Predominando además dos tonos complementarios rojo y verde.
El fondo a su vez también busca la compensación cromática: rosas a un lado, y verdes al otro, lo que equilibra la disposición de los colores del rostro, que son los mismos tonos, pero colocados al revés que en el fondo. El rostro recibe la luz por los dos lados, pero quedando una parte más sombreada que la otra, lo que se consigue a base de entonaciones claras (amarillo y blanco rosáceo) que se separan por la incisiva raya verde que actúa a modo de sombra. El verde se equilibra además con los rojos de las ojeras y de las aletas de la nariz y los labios, que armonizan además con la gama de azules (pelos, nariz, boca), descendentes en intensidad de arriba abajo.
La aportación de este cuadro se halla en las posibilidades del color y en la utilización de éste de una forma mucho más agresiva y autónoma: aquí no sólo se sombrea con color, sino que hacerlo con una raya verde supone desentenderse de la realidad, apostando por la autonomía plena del color como valor plástico, y convirtiéndolo además en un elemento de provocación.



 Escrito por Ignacio Martínez Buenaga (CREHA)    
FUENTE: http://www.artecreha.com/Miradas_CREHA/h-matisse-madame-matisse-retrato-de-la-raya-verde.html

Y una PPT:
 
Las vanguardias i fauvisme from Tomás Pérez Molina


Y un video documental sobre el contexto en el que surgen las primeras vanguardias:

 

EL CUBISMO








LAS VANGUARDIAS HISTÓRICAS: LOS PRIMEROS "ISMOS"



EL CUBISMO, UNA PRESENTACIÓN.


Y un video sobre EL GUERNICA, de Picasso, excepcional ejemplo de lo que se ha dado en llamar CUBISMO EXPRESIONISTA.

5/30/2020

LA ESCULTURA CONTEMPORÁNEA EN EL CAMBIO DE SIGLO. A. RODIN.



El IMPRESIONISMO EN ESCULTURA: AUGUST RODIN (1840-1917)     

     Escultor francés que dotaba a su trabajo de gran fuerza psicológica, expresada a través del modelado y la textura. En el arte de Rodin se funden una técnica impresionista, que con la rugosidad de las superficies y la multiplicación de planos obtiene efectos de luz, la profundidad vital y la fuerza colosal que anima las figuras. Se le considera uno de los escultores más importantes del siglo XIX y principios del XX. Estudió arte en una escuela pública para artesanos y por su cuenta en el Louvre, ya que no fue admitido en la École des Beaux-Arts. Durante muchos años trabajó para otros escultores, incluido Ernest Carrier-Belleuse. Rodin colaboró, a principios de la década de 1870 en la realización de una escultura arquitectónica para la Bolsa de Bruselas. En 1875, viajó a Italia, donde se sintió atraído por el tratamiento del movimiento y la acción muscular en las obras de los escultores del renacimiento, Donatello y Miguel Ángel (el fuerte impacto de la terribilitá de Miguel Angel se aprecia en toda su obra). Para Rodin, la belleza en el arte consistía en una representación fidedigna del estado interior, y para lograr este fin a menudo distorsionaba sutilmente la anatomía.



EL PENSADOR, de las Puertas del Infierno

Se trata de una de las obras en la que la influencia de Miguel ángel se refleja con mayor intensidad. La enérgica concentración del rostro y de los músculos tensos y las manos fornidas, recuerdan al gran maestro florentino.
LAS PUERTAS DEL INFIERNO (1880-1917) 
La puerta representaba principalmente escenas del Infierno, la primera parte de la Divina Comedia de Dante. Aunque Rodin no completó las Puertas , creó modelos y estudios de muchos de sus componentes escultóricos, siendo todos ellos aclamados como obras independientes.
    Su escultura, en bronce y mármol, se divide en dos estilos. El estilo más característico revela una dureza deliberada en la forma y un laborioso modelado de la textura, el otro está marcado por una superficie pulida y la delicadeza de la forma. Rodin produjo algunas esculturas importantes entre 1858 y 1875, incluyendo entre ellas especialmente Hombre con la nariz rota. Sin embargo, su reconocimiento llegó en 1877 con la exhibición en el Salón de su desnudo masculino La era de bronce. Este trabajo levantó controversia dado su extremado realismo y provocó la acusación de que Rodin había hecho moldes de yeso a partir de modelos vivos. La exhibición en 1880 de su desnudo San Juan Bautista, que resaltaba las cualidades humanas del sujeto, acrecentó la reputación de Rodin. El mismo año comenzó a trabajar en las Puertas del infierno, una puerta de bronce esculpido para el Museo de las Artes Decorativas de París. La puerta representaba principalmente escenas del Infierno, la primera parte de la Divina Comedia de Dante. Aunque Rodin no completó las Puertas del infierno, creó modelos y estudios de muchos de sus componentes escultóricos, siendo todos ellos aclamados como obras independientes. Entre estos trabajos se encuentran El beso (su famosa escultura El Beso, Elaborada entre 1886 y 1890, la escultura corresponde al momento en que Rodin trabaja junto con Camille Claudell). Esta experiencia de una relación en la que el goce de la unión física se unía a una camaradería de tipo espiritual, posiblemente contribuyó a un cambio en su concepción del amor que es evidente en las obras del período. Del amor culpable manifiesto en los grupos de Las Puertas del Infierno, donde las parejas se unen en la maldición del pecado compartido, se pasa a una representación visual del amor en la que una fuerza interna une en audaces enlaces y abrazos a seres que así manifiestan la expansión de su energía vital, de la felicidad compartida. Esta desmitificación y la representación del amor como parte del comportamiento de todo ser humano provocó una fuerte reacción en sus contemporáneos que juzgaron como crudamente realista e impúdica a El Beso (escena aceptada y gozada siempre que se diera un contexto mítico o literario). En este sentido, Rodin habría operado una especie de democratización de la sensualidad erótica. No obstante, la obra gozó de notable aceptación popular. Supone a un tiempo la apoteosis de la belleza y el movimiento, con la multiplicación de planos y la suave ondulación de la superficie), Ugolino, El pensador , Adán y Eva.
     Su estilo deriva en plena madurez hacia las formas simbólicas, como en La catedral, reducida a dos manos en posición orante en la que las formas sugieren dimensiones que desbordan sus límites visibles o La mano de Dios, en la que de una etérea nube de mármol brota un cuerpo humano. Estas versiones intelectuales de los temas se desenvuelven en un plano de superación de lo sensible, similar al que acomete Cézanne en pintura. En 1886 terminó Los burgueses de Calais (Los burgueses de Calais anuncia las vigorosas deformaciones del Expresionismo, anticipando con sus formas sarmentosas y sus expresiones enigmáticas algunos de los caminos que la escultura recorrerá en el siglo XX; esta escultura es un monumental grupo en bronce en el que se representan personajes históricos con gran diferenciación psicológica). Rodin también produjo numerosos retratos en los que se revelan los estados emocionales de los sujetos. Entre ellos, cuadros de cuerpo entero de los escritores franceses Honoré de Balzac y Victor Hugo, así como del pintor Jules Bastien-Lepage, también hizo bustos de los artistas franceses Jules Dalou, Carrier-Belleuse y Pierre Puvis de Chavannes. Murió en Meudon, cerca de París, el 17 de noviembre de 1917. Una parte de su obra puede verse en el Musée Rodin, de París.
    La obra de François Auguste René Rodin marca
, a la par del Impresionismo en pintura, el nacimiento de la escultura contemporánea, aunque su figura desborda los límites de ese movimiento para convertirse en uno de los escultores más grandes de todos lo tiempos. Podemos concluir, por tanto, que el lenguaje escultórico del siglo XX tiene su punto de partida en este extraordinario creador.

Podéis visitar el Museo Rodin (la página está en francés o inglés), en este enlace:






Y una PPT SOBRE LA OBRA DE ESTE ARTISTA:


5/29/2020

LOS PINTORES POSTIMPRESIONISTAS: VIDEOS.

¿Qué es el Postimpresionismo?




Vincent Van Gogh





Paul Cézanne



Paul Gauguin



Toulouse Lautrec



Que los disfrutéis!

CARTAS DE V. VAN GOGH A SU HERMANO THÉO.


   Las cartas que V. Van Gogh escribió a su hermano Théo están cargadas de sensibilidad y de reflexiones de gran profundidad; son, además, un fiel testimonio de la personalidad del artista y, sobre todo, de su imperiosa necesidad de penetrar en la naturaleza y la condición humana. El arte como urgencia vital tiene en este genial pintor holandés uno de sus más genuinos referentes. Aquí os dejo una de estas cartas.



Amsterdam, 3 de abril de 1878.

   He seguido reflexionando sobre el tema de nuestra conversación e involuntariamente he pensado en las palabras «somos lo que éramos ayer». Esto no significa que se deba marcar el paso y no tratar de desarrollarse, al contrario, hay una razón imperiosa para hacerlo y encontrarlo.
Pero para seguir fiel a esa palabra, no se puede retroceder, y cuando se ha empezado a considerar las cosas con una mirada libre y confiada no se puede volver atrás ni claudicar.
Los que decían: «Somos lo que éramos ayer», eran «hombres honrados», lo que resulta claramente de la constitución que han redactado, que subsistirá en todo tiempo y de la cual se ha podido decir que había sido escrita «con el rayo de lo alto» y «un dedo de fuego». Es bueno ser «hombre honrado» y tratar de serlo más y más, y se obra bien cuando se cree que es preciso, para ello, ser «hombre interior y espiritual».
Si se tuviera la convicción de pertenecer a esta categoría, se avanzaría por el camino con calma y confianza, sin dudar del buen resultado final. Había un hombre que un día entró en una iglesia y preguntó: «Es posible que mi fervor me haya engañado, que haya tomado el mal camino y que siga mal, ¡ay de mí! Si me librara de esta incertidumbre y si pudiera tener la firme convicción de que terminaré por tener éxito y vencer». Y una voz entonces le contesta: «Y si tuvieras la certidumbre, ¿qué harías? Haz como si estuvieras seguro y no serás confundido.» El hombre entonces continuó su camino, ya no incrédulo sino creyente, y continuó la obra sin dudar ni vacilar más. Por lo que respecta a ser «hombre interior y espiritual», ¿no se podría desarrollar este estado en uno mismo por el conocimiento de la historia en general y de personalidades determinadas de todos los tiempos en particular, desde la historia sagrada hasta la de la Revolución, y de la Odisea hasta los libros de Dickens y Michelet? ¿Y no se podría sacar alguna enseñanza de la obra de hombres como Rembrandt o de las Malas hierbas de Breton, o Las horas de la jornada de Millet, o la Benedicite de De Groux o Brion o El recluta de De Groux (o si no de Conscience) o los Grandes robles de Dupré, o los molinos y las llanuras de arena de Michel?
Hemos hablado mucho de lo que es nuestro deber y cómo podríamos llegar a algo bueno, y hemos llegado a la conclusión de que nuestro fin en primer término debe ser el de hallar un lugar determinado y un oficio al cual podamos consagrarnos enteramente.
Y creo que estábamos igualmente de acuerdo sobre este punto, que hay, sobre todo, que encarar el fin y que una victoria lograda después de toda una vida de trabajos y esfuerzos, vale más que una victoria lograda más temprano.

El que vive sinceramente y encuentra penas verdaderas y desilusiones, que no se deja abatir por ellas, vale más que el que tiene siempre el viento de popa y que sólo conoce una prosperidad relativa. Porque en quienes se comprueba de la manera más visible un valor superior, son aquellos a quienes se aplican las palabras: «Trabajadores, vuestra vida es triste; trabajadores, vosotros sufrís en la vida; trabajadores, vosotros sois felices », son aquéllos que llevan los estigmas de «toda una vida de lucha y de trabajos sostenida sin doblegarse jamás». Es necesario hacer esfuerzos para semejarse a ellos.
Avanzamos entonces camino indeffesi favente Deo. En lo que me concierne, debo tornarme un buen predicador, que tenga algo bueno que decir y que pueda ser útil al mundo, y tal vez me convendría conocer un período de preparación relativamente largo que quedara sólidamente confirmado en una firme convicción antes de ser llamado a hablar a otros... Desde el momento en que nos esforzamos en vivir sinceramente, todo será para buen fin, hasta si debemos inevitablemente tener penas sinceras y verdaderas desilusiones; cometeremos también gruesas faltas y haremos malas acciones, pero es verdad que es preferible tener el espíritu ardiente, aunque se deban cometer más faltas, que ser mezquino y demasiado prudente. Es bueno amar tanto como se pueda, porque ahí radica la verdadera fuerza, y el que mucho ama realiza grandes cosas y se siente capaz, y lo que se hace por amor está bien hecho. Cuando quedamos impresionados por uno u otro libro, por ejemplo, tomando al azar: La golondrina, La alondra, El ruiseñor, Las aspiraciones del otoño, Veo desde aquí una señora, Amaba esta pequeña ciudad singular, de Michelet, es porque estos libros han sido escritos con el corazón, en la simplicidad y pobreza del espíritu. Si se tuvieran que pronunciar algunas palabras pero con un sentido, sería mejor que pronunciar muchas que no serán más que sonidos huecos y no costaría nada pronunciarlas por la escasa utilidad que tendrían.
Si se continúa amando sinceramente lo que es en verdad digno de amor y no se derrocha el amor en cosas insignificantes y nulas e insípidas, se logrará, poco a poco, más luz y se llegará a ser más fuerte.

Cuanto más rápido trata de distinguirse uno en el dominio de alguna actividad y en algún oficio, y se adopta una manera de pensar y de obrar relativamente independiente, y más se sujeta a reglas fijas, más firme se hará el carácter y no habrá por ello que sentirse disminuido.
Hacer esto es de sabios, porque la vida es corta y el tiempo pasa ligero; si nos perfeccionamos en una sola cosa y la comprendemos bien, adquirimos por añadidura la comprensión y el conocimiento de muchas otras cosas.
A veces conviene ir hacia el mundo y frecuentar los hombres pues uno se siente allí obligado y llamado, pero el que prefiere permanecer solo y tranquilamente en la obra y sólo quisiera tener muy pocos amigos, es el que circula con más seguridad entre los hombres y en el mundo. No hay que fiarse jamás al hecho de no tener dificultades y preocupaciones y obstáculos de ninguna naturaleza, pero no hay que hacerse la vida demasiado fácil. Y hasta en los ambientes cultivados y en las mejores sociedades y en las circunstancias más favorables, hay que conservar algo del carácter original de un Robinson Crusoe o de un hombre de la naturaleza, jamás dejar apagar el fuego de su alma, sino avivarlo. Y el que continúa guardando la pobreza para sí y la ama, posee un gran tesoro y oirá siempre con claridad la voz de su conciencia; el que escucha y sigue esta voz interior, que es el mejor don de Dios, concluirá por encontrar en ella un amigo y no estará jamás solo...
Que esté allí nuestro destino, muchacho, que tu camino sea próspero y que Dios esté contigo en todas las cosas y te haga triunfar, es lo que te desea con un cordial apretón de manos en tu partida, tu hermano que te quiere
Vincent

UNA VIDA DE PELÍCULA

Hermoso video que combina imágenes de la película de V. Minelli, El loco del pelo rojo, con las obras del pintor holandés Vincent Van Gogh.



EL POSTIMPRESIONISMO




   En los últimos años del s. XIX el impresionismo se había convertido casi en un nuevo "academicismo". Muchos pintores, que se habían formado en esta corriente, exploraran formas más personales de expresión. Desde el impresionismo radical del llamado puntillismo o divisionismo, hasta las personales explosiones cromáticas de Van gogh, tan vinculadas con sus estados de ánimo y crisis personales, todos ellos abrirán caminos que, más adelante, serán transitados por artistas aún más rupturistas. Las vanguardias artísticas de principios del s. XX nacen de esta irreductible voluntad de crear libremente, sin servidumbres o ataduras del pasado. El arte, por fin liberado, y los artistas, ahora elevados a la categoría de genios creadores, entrarán de lleno en los circuitos económicos del mercado. Galeristas y Museos, además de coleccionistas privados, serán los nuevos mecenas del artista; pero esta vez el proceso se ha invertido: el artista crea, en la soledad de su mundo personal, unas obras que después otros comprarán seducidos por su magia o, con fines algo más prosaicos, con la convicción de que atesoraban un objeto valioso que el tiempo revalorizará.



EL POSTIMPRESIONISMO, UNA EXPLICACIÓN

El impresionismo con su afán por captar la luz del natural había ido disolviendo las formas en su ambiente y todos los elementos del cuadro habían ido perdiendo volumen, dibujo y sentido del espacio. En los últimos años del XIX y principios del XX nos encontramos con unos pintores que partiendo del impresionismo derivan hacia una pintura personal que anuncian algunos de los movimientos pictóricos más importantes del siglo XX. El postimpresionismo supone entre otras cosas una recuperación de la importancia del dibujo y de la preocupación por captar no solo la luz sino también la expresividad de las cosas y de las personas iluminadas. Dos pintores de biografía trágica, TOULOUSE- LAUTREC y VAN GOGH, presiden esta etapa. Frente a MONET, que decía que debía haber nacido ciego y de repente adquirir la visión para poder plasmar de forma pura la luz, sin vinculación a ninguna forma, en las obras postimpresionistas se acomete el análisis de aquello sobre lo que la luz incide.
Toulouse-Lautrec  nace en Albi, y es descendiente de los condes de Toulouse. Una fractura de niño en una caída impide el crecimiento de sus piernas. En el alcohol y en la bohemia parisina intenta olvidar su tragedia. Su cobijo es Montmartre, El Moulin Rouge y El Moulin de la Galette, cabarets donde toma apuntes de las bailarinas y los tipos singulares. Los trazos rotos, nerviosos, especie de síncopas, de abreviaciones inestables de las formas, se combinan con toques coloreados aprendidos en SEURAT, planos cromáticos tomados de las estampas japonesas y sobre todo líneas dinámicas y posiciones instantáneas estudiadas en DEGAS. A los 40 muere, tras un periodo en el que eleva al cartel a la categoría de obra de arte. En sus obras refleja el ambiente de los salones nocturnos: bailarinas, cantantes y prostitutas son sus modelos. En su técnica el dibujo, la captación del movimiento y la carga irónica y caricaturesca es esencial.
El holandés Van Gogh llega a París en 1886, aprende la técnica impresionista, y en febrero de 1888 se establece en Arlés. Plenamente entusiasmado con la luz de la Provenza pinta paisajes y figuras de formas serpenteantes, flamígeras, que traducen su fuego interior. Los cipreses flameantes, los suelos que parecen estremecidos por terremotos, los edificios de líneas retorcidas, constituyen los temas preferidos de su extensa obra, y en sus convulsiones transparenta su turbación de enajenado. Es un apasionado del color como vehículo para expresar las frecuentes depresiones y angustias que padeció. Su pincelada es muy característica, sinuosa, cursiva y espesa; los colores son a veces agresivos con contrastes no frecuentes- amarillo sobre naranja-. Abre las puertas al expresionismo del XX. Sus obras más representativas son: Autorretrato, Noche estrellada, La siembra .etc. En Auvers - sur- Oise pinta sus últimas obras maestras. El 27 de julio de 1890, cuando solo tenía 37 años, se suicida con un disparo de revólver, en un lamentable ataque de locura. Algunos fundamentos de la pintura del siglo XX se encuentran apuntados en la obra del genio holandés.
Paul Gauguin se inicia en el impresionismo con PISSARRO; deja una vida confortable y a su mujer e hijos y se instala pobremente en París y Bretaña; durante algún tiempo convive con VAN GOGH en Arlés; finalmente se traslada en 1891 a Tahití, donde pinta sus series de mujeres tahitianas; es la suya una biografía de renuncias para consagrarse de manera plena a su vocación artística. La luz pierde en GAUGUIN su centro absoluto en aras de una exaltación del color, principio en que se basa dos años después el fauvismo. La fascinación de sus cuadros radica en la calma de las zonas anchas de colores, como si realizara vidrieras, y en sus figuras grandes, contorneadas de manera nítida, cual tallas de madera. Al mismo tiempo renuncia a la perspectiva, suprime el moldeado y las sombras e identifica la sensación de plano igual que en las pinturas japonesas. Así se unen lo que ve y lo que imagina y adquiere el color una intensidad poética excepcional.
Más revolucionario todavía es el arte de Cézanne , en el que se inspiran los grandes maestros del siglo XX. El pintor de Aix - en - Provence no vio reconocido en vida su genio; a partir de 1885, hasta su muerte, vive retirado en la provenza, solitario y desconocido, meditando en las relaciones entre la forma y el color. Superando la representación visual de sus compañeros de las primeras exposiciones impresionistas, CÉZANNE busca en la naturaleza las formas esenciales, que para él son las figuras geométricas, el prisma, la esfera, la pirámide y en consecuencia procede a la cristalización de lo que contempla. En sus paisajes destaca la silueta de los árboles, concebidos como cilindros, de sus casas, cuya geometría arquitectónica resalta mediante el ensamblaje de series de planos, de los caminos con cercas de contornos enérgicos; esta geometrización llega a su grado de máxima racionalidad en La montaña de Santa Victoria. El mismo propósito de subrayar la forma mediante el color, en vez de diluirla como los primeros impresionistas, se detecta en los frutos de sus Naturalezas muertas y en sus cuadros con figuras como Los jugadores de cartas. Un arte tan puro exigía de su creador una entrega apasionada. Su pintura es el punto de arranque del cubismo y ha influido en coloristas como Matisse (Fauvismo).  Los jugadores de cartas, la montaña de Santa Vitoria, son algunas de sus obras más representativas.

Y una PPT:


 

5/28/2020

EL NEOIMPRESIONISMO

Un esquema sobre las líneas básicas de la pintura neoimpresionista.



OBRA COMENTADA: PASEO A ORILLA DEL MAR. SOROLLA.

Paseo a orilla del mar. Óleo sobre lienzo. 205 cm. x 200 cm. Museo Sorolla.

COMENTARIO                                                                                                                                                          Pintado durante el verano de 1909 en la playa de Valencia, después de haber cosechado grandes triunfos en Estados Unidos, Paseo a orillas del mar es una obra representativa del Museo Sorolla y culminante de esta etapa de madurez y seguridad en la producción del pintor valenciano. Representa a Clotilde y María, la mujer y la hija mayor del pintor, y su tranquilo paseo por la orilla del mar es un espectáculo de elegancia en la pose, la actitud y la indumentaria.

El gran formato, la osadía compositiva y la libertad técnica y expresiva de las que hace gala Sorolla en este lienzo constituyen, al mismo tiempo, fiel reflejo de la seguridad que el artista siente en su propio camino pictórico y perfecta justificación del éxito alcanzado.

Con un ligero picado en el punto de vista, Sorolla elimina la línea del horizonte, como en tantos otros cuadros de esta época; el agua y la arena de la orilla, resueltos en largas pinceladas azules, malvas y verdes turquesa, se convierten en un abstracto telón de fondo para las refinadas figuras. La sugestión de la brisa en el ondular de los vestidos y de sus adornos de gasas ligeras intensifican la impresión de fugacidad momentánea en la toma. A esto contribuye (como es frecuente en la obra de Sorolla) el encuadre de sabor fotográfico, con el marco cortando la pamela de Clotilde y dejando una franja vacía de arena en la parte inferior.

Aunque el escenario es el mismo, el tono es muy diferente al de las escenas de playa valencianas en las que tantas veces ha descrito Sorolla la actividad de los pescadores trabajando y la de sus hijos disfrutando del mar en una actitud espontánea y hedonista que transmite cierta comunión con la naturaleza. Lo que aquí vemos, en cambio, responde plenamente al género iconográfico conocido como el "paseo elegante", protagonizado por personas acomodadas elegantemente vestidas que se acercan a la orilla del mar. En los albores del turismo en España, la burguesía y la aristocracia disfrutaban de la playa en otro sentido, convertida por ellos en nuevo ámbito de representación y relación social, en nuevo escenario urbano. Fuente: Museo Sorolla.

OBRA COMENTADA: LA BARRA DEL FOLIES BERGÈRE. E. MANET.

Autor: Edouard Manet  Fecha: 1881-82 Museo: Courtauld Gallery Características: 95´2 x 129´5 cm. Estilo:  Material: Oleo sobre lienzo

     El Bar del Folies-Bergère supone la culminación de los cuadros dedicados a la temática nocturna que tanto habían atraído a Manet desde la década de 1870, apreciable en obras como La Ciruela o Café concierto. El tema será uno de los favoritos de los impresionistas, como Degas o Toulouse-Lautrec: el café, el cabaret, el bar y la noche de París. El noctambulismo es tratado aquí por Manet con un naturalismo descarnado que puede equipararse a las narraciones literarias de Émile Zola o Guy de Maupassant. El Folies Bergère era uno de los numerosos cafés-concierto de la noche parisina. Situado en Montmartre, había sido el cabaret preferido por la clase proletaria, pero pronto se puso de moda entre la burguesía, que encontraba allí emociones diferentes y algunas prostitutas. Manet realizó bocetos preparatorios de esta escena - Barra del Folies - introduciendo diferentes novedades en el cuadro acabado. La modelo era una de las dos camareras del local llamada Suzon - que posó para el pintor en su estudio, de donde apenas podía moverse debido a su enfermedad - y el cliente que vemos reflejado en el espejo sería el pintor Gaston Latouche, siendo ésta una de las diferencias respecto al boceto anterior. Entre los parroquianos que se reflejan en el espejo se ha identificado a Méry Laurent, de blanco, y al pintor Henry Dupray. En la imagen se recrea un complejo sistema de ilusión y realidad, que mezcla lo artificial con lo natural: el cuadro es en su mayor parte tan sólo el reflejo de un gran espejo tras la camarera, que impide que la mirada del espectador profundice en la escena, y que lo devuelve con fuerza hacia el exterior. El espacio es angosto, oprimido por la presencia de la barra; ante la camarera, de mirada vacía, perdida, agotada y sin ningún interés, se encuentra la figura del cliente, que sólo apreciamos en el reflejo del cuadro. El cliente, igual que el espectador, parece estar entablando una negociación con la camarera, una de las atracciones de la sala. En primer plano se puede contemplar una magnífica naturaleza muerta, relacionada completamente con la vida moderna. En cuanto a la técnica pictórica, el repertorio del Impresionismo está detallado al máximo: intención de modernidad, fascinación por el mundo urbano, inmediatez de la escena en pro de la objetividad, color fluido en largas pinceladas yuxtapuestas... Lo mejor de Manet se ofrece en esta imagen, emblemática del movimiento impresionista. Cuando la obra fue expuesta en el Salón de 1882 obtuvo un gran éxito, recibiendo numerosas críticas positivas.
Su amigo Jenniot dijo respecto a este cuadro: "Cuando volvía París, en enero de 1882, mi primera visita fue para Manet. Pintaba entonces el bar, en el Folies Bergére, y la modelo, una hermosa mujer, posaba detrás de una mesa llena de botellas y vituallas... Manet, aunque pintaba sus cuadros con modelo, nunca copiaba exactamente del natural; me di cuenta de sus magistrales simplificaciones. Todo estaba abreviado; los tonos eran más claros, los colores más vivos y los valores más próximos. Todo ello formaba un conjunto de una armonía tierna y rubia... Manet dejó de pintar para ir a sentarse en el diván. Me dijo cosas como ésta: La concisión en el arte es una necesidad y una elegancia... En una figura hay que buscar la gran luz y la gran sombra; el resto vendrá naturalmente".

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OBRA COMENTADA: LE MOULIN DE LA GALETTE. RENOIR.

Autor: Pierre Auguste Renoir  Fecha: 1876 Museo: Museo de Orsay Características: 131 x 175 cm. Estilo: Impresionismo Material: Oleo sobre lienzo
 Uno de los templos del ocio parasino era Le Moulin de la Galette, un verdadero molino abandonado situado en la cima de Montmartre, el paraíso de la bohemia parisina habitado por artistas, literatos, prostitutas y obreros. Los domingos y festivos eran días de baile en Le Moulin, llenándose con la población que habitaba el barrio. Una orquesta amenizaba la danza mientras que alrededor de la pista se disponían mesas bajo los árboles para aprovechar la sombra. En su deseo de representar la vida moderna - elemento imprescindible para los impresionistas - Renoir inmortaliza este lugar en uno de los lienzos míticos del Impresionismo. Su principal interés - igual que en Desnudo al sol o El columpio - es representar a las diferentes figuras en un espacio ensombrecido con toques de luz, recurriendo a las tonalidades malvas para las sombras.
En las mesas se sientan los pintores Lamy, Goeneutte y Georges Rivière junto a las hermanas Estelle y Jeanne y otras jóvenes del barrio de Montmartre. En el centro de la escena bailan Pedro Vidal, pintor cubano, junto a su amiga Margot; al fondo están los también pintores Cordey, Lestringuez, Gervex y Lhote.
El efecto de multitud ha sido perfectamente logrado, recurriendo Renoir a dos perspectivas para la escena: el grupo del primer plano ha sido captado desde arriba mientras que las figuras que bailan al fondo se ven en una perspectiva frontal. Esta mezcla de perspectivas era muy del gusto de Degas, empleándola también otros artistas. La composición se organiza a través de una diagonal y en diferentes planos paralelos que se alejan, elementos clásicos que no olvida el pintor. Las figuras están ordenadas en dos círculos: el más compacto alrededor de la mesa y otro más abierto en torno a la pareja de bailarines.
La sensación de ambiente se logra al difuminar las figuras, creando un efecto de aire alrededor de los personajes. La alegría que inunda la composición hace de esta obra una de las más impactantes no sólo de Renoir sino de todo el grupo, convirtiéndose en un testimonio de la vida en el París de finales del siglo XIX. El propio Renoir comentó que necesitó alquilar una mansión rodeada de un gran jardín en Montmartre para pintar el lienzo, lo que perjudicó su precaria economía.
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5/27/2020

SOROLLA Y EL IMPRESIONISMO


OBRA COMENTADA: IMPRESIÓN, SOL NACIENTE. C. MONET.

Autor: Claude Oscar Monet  Fecha: 1872 Museo: Museo Marmottan de París Características: 47 x 64 cm. Estilo: Impresionismo Material: Oleo sobre lienzo



Comentario
      El único canal de exposición con que contaban los pintores en la Francia del siglo XIX era el Salón de París, vinculado a la Escuela de Bellas Artes, que contaba con un prestigioso jurado que seleccionaba las obras enviadas. El escándalo de 1863 - con la presentación del Desayuno en la hierba de Manet - motivó la creación del Salón de los Rechazados, que tenía más éxito entre los jóvenes creadores que el oficial al exhibir obras más modernas. Los pintores que se reunían en el Café Guerbois en torno a Manet decidieron crear un foro de exposición diferente a los oficiales, en el que pudieran mostrar sus obras todos los artistas independientes. Así surge la I Exposición de la sociedad anónima de artistas pintores, escultores y grabadores que tuvo lugar entre el 15 de abril y el 15 de mayo en las salas que el fotógrafo Nadar les prestó. Acudieron 3.500 visitantes, que se rieron de la pintura tan moderna que contemplaban. A esa exposición Monet presentó nueve cuadros, entre los que destacó esta imagen que contemplamos ya que fue la que dio nombre al grupo. El crítico Louis Leroy denominó a la muestra Exposición de los Impresionistas en referencia a este cuadro y de manera totalmente despectiva. Sin embargo, los integrantes de la sociedad admitieron ese nombre como denominador del grupo. Impresión, sol naciente es una imagen tomada directamente del natural por Monet en Le Havre, representando las neblinas del puerto al amanecer mientras que el sol "lucha" por despuntar, creando magníficos reflejos anaranjados en el mar y en el cielo. La sensación atmosférica domina una escena en donde las formas desaparecen casi por completo. Los colores han sido aplicados con pinceladas rápidas y empastadas, apreciándose la dirección del pincel a simple vista, resultando una imagen de enorme atractivo tanto por su significado como por su estética.

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El propio Monet explicó así esta obra:
El paisaje no es otra cosa que una impresión, una impresión instantánea , de ahí el título , una impresión que me dio. He reproducido una impresión en le Havre, desde mi ventana, sol en la niebla y unas pocas siluetas de botes destacándose en el fondo… me preguntaron por un título para el catálogo, no podía realmente ser una vista de Le Havre y dije “pongan impresión”.


Impresión, sol naciente no es la pintura más famosa de este popular artista, tan apreciado por sus bellos paisajes de exquisito colorido y suaves formas, pero es una obra fundamental en la historia del movimiento de los impresionistas, no sólo por haber dado este nombre a la pintura que realizaban (nunca fue una escuela, ni nada que se le pareciera), sino porque en ella están presentes los aspectos esenciales de esta manera de pintar. El propio Monet explicó así esta obra:
“El paisaje no es otra cosa que una impresión, una impresión instantánea , de ahí el título , una impresión que me dio. He reproducido una impresión en le Havre, desde mi ventana, sol en la niebla y unas pocas siluetas de botes destacándose en el fondo… me preguntaron por un título para el catálogo, no podía realmente ser una vista de Le Havre y dije “pongan impresión”.
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LA PINTURA IMPRESIONISTA




Los pintores adscritos a la corriente impresionista inauguran la que será la primera ruptura pictórica del arte contemporáneo. Su voluntad artística puede ser resumida en un objetivo, en apariencia, poco ambicioso: captar la fugacidad de un instante. El color y, sobre todo, la luz, siempre cambiante, se convierten en el verdadero sujeto de la obra de arte. Los temas, extraídos del entorno inmediato del pintor, carecen de la ampulosa retórica de épocas pasadas, pero el resultado es de una gran sinceridad por su inmediatez y vibrante cromatismo. Los críticos, más atentos casi siempre a complacer el gusto dominante, no fueron capaces de intuir la profunda revolución pictórica que se cernía sobre el arte occidental. Los impresionistas, más un grupo de amigos o conocidos, que un movimiento artísticos fueron, no obstante, conscientes de su ambición y ruptura, aunque cada uno lo fuese a su manera.



LA RUPTURA CON EL PASADO. IMPRESIONISMO y POSTIMPRESIONISMO


Introducción


El crecimiento capitalista y la industrialización desencadenan un desarrollo sin precedentes que transforman radicalmente a Europa. La concepción de la realidad cambia a un ritmo vertiginoso y todo esto afecta profundamente al arte. Los conceptos de espacio y tiempo se transforman, las comunicaciones son cada vez más rápidas, la fotografía permite ver cosas que el ojo humano no percibía. Ante este mundo cambiante, el arte pictórico de la segunda mitad del siglo XIX ofrece el camino del impresionismo que supone el origen del arte contemporáneo.
Durante el siglo XIX el medio por el que los artistas conseguían su aceptación era a través de los Salones o Exposiciones Nacionales. Para un pintor el no ser aceptado en un Salón suponía su marginación y su fracaso. La decisión de incluir o excluir las obras competía a los jurados formados por autoridades académicas, cuyos criterios se basaban en las tradiciones más conservadoras y se rechazaban las obras originales que suponían una ruptura con el arte oficial. En 1863 se organizó una exposición con las obras que el jurado no había admitido. A esta exposición se la llamó " Salón de los rechazados", (Salon des refusés) entre los pintores que no habían sido aceptados se encontraba Manet; para ellos era una forma de contestar el estancamiento de los salones oficiales, su falta de originalidad. Algunos años más tarde, en 1874, un grupo de pintores organizan la primera exposición impresionista: Monet, Renoir y Pissarro, entre otros. Había empezado la pintura moderna.

EL IMPRESIONISMO
   El Impresionismo nace, pues, como una evolución del Realismo y de la Escuela paisajística francesa de finales del siglo XIX. Se corresponde con una transformación social y filosófica; por un lado, el florecimiento de la burguesía, por otro, la llegada del positivismo. La burguesía, como nuevo fenómeno social, trae sus propios usos y costumbres; unos afectan al campo, que deja de ser lugar de trabajo para convertirse en lugar de ocio: las excursiones campestres. Es el mundo retratado por Monet y Renoir. La ciudad, por el contrario, se convierte en nuevo espacio para la nueva clase social: aparecen los flanneurs, paseantes ociosos que se lucen y asisten a conciertos en los boulevards y los jardines de París. También cobra relevancia la noche y sus habitantes, los locales nocturnos, el paseo, las cantantes de cabaret, el ballet, los cafés y sus tertulias. Es un mundo fascinante, del cual los impresionistas extraen sus temas: en especial Degas o Toulouse-Lautrec. Porque para ellos se han terminado los temas grandiosos del pasado. El positivismo acarrea una concepción de objetividad de la percepción, de un criterio científico que resta valor a todo lo que no sea clasificable según las leyes del color y de la óptica. Según esto, cualquier objeto natural, visible, afectado por la luz y el color, es susceptible de ser representado artísticamente. El cuadro impresionista se vuelca pues en los paisajes, las regatas, las reuniones domingueras, etc. Los impresionistas se agruparon en torno a la figura de Manet, el rechazado de los Salones oficiales y promotor del Salon des Refusés. Ante el nuevo léxico que proponen, de pincelada descompuesta en colores primarios que han de recomponerse en la retina del espectador, el público reacciona en contra, incapaz de "leer" correctamente el nuevo lenguaje. Pero el Impresionismo cuenta con el apoyo de dos fuerzas sociales emergentes: la crítica de arte, que se encargará de encauzar el gusto del público; y los marchands (marchantes), los vendedores de arte, que colocan sus cuadros en las mejores colecciones del país. Las tertulias, los Salones extra-oficiales y el propio escándalo se convirtieron en vehículos propagandísticos del nuevo estilo.
Dicho estilo cuenta como precedente con los paisajistas de la Escuela de Barbizon , dependiente del último Realismo francés. Corot y Millet son las referencias más inmediatas en Francia, apoyados por la innovación de los paisajes de Turner. Esta tendencia paisajista la desarrollaron los integrantes del denominado Grupo de Batignoles, llamados así por vivir en el barrio del mismo nombre. Éstos son Monet, Boudin, Renoir... También toman referencias, especialmente de color y composición, del siglo de Oro español. El japonismo, una moda de la época, añadió su parte a través de grabados que enseñaron a los artistas una forma nueva de ver el espacio y de utilizar los colores planos, sin intentar falsificar la realidad del cuadro con la tercera dimensión. Por último, la fotografía fue otro enlace, aunque no está claro si la espontaneidad de la captación del momento la aprende el Impresionismo de la fotografía o, más bien, ésta es la alumna de aquél. En cualquier caso, el resultado es una pintura amable, ligera, frecuentemente de paisaje, llena de luz y color, con pinceladas muy cortas que a veces dejan entrever el blanco del lienzo. No son cuadros grandes puesto que responden a encargos privados. Están alejados de cualquier compromiso social (casi todos los impresionistas se fueron de vacaciones al campo o a Inglaterra durante la represión de los movimientos obreros de la década de 1880) y no tardaron en ser refrendados por una amplia aceptación social, de esta burguesía que se veía retratada en los lienzos impresionistas, al modo en que el mundo noctámbulo parisino se refleja en el espejo de La barra del Folies-Bergère de Manet.


A modo de síntesis se pueden señalar las siguientes características técnicas y formales:

• Se utiliza el óleo sobre lienzo, principalmente, aunque también el pastel sobre papel.
Nuevos temas: los impresionistas descubren que no existe el tema insignificante sino cuadros bien o mal resueltos. Hacen una recuperación de lo banal que favorece la atención a los problemas formales. Hay una marcada preferencia por los paisajes tanto rurales como urbanos; interesa la captación de lo fugaz- el agua, el humo, aire...-. Son paisajes reales, no compuestos, donde aparecen elementos considerados feos como el ferrocarril, las estaciones,... También hay escenas intranscendentes, de ocio - bailes, tabernas-. Se renuncia los temas "importantes", con mensaje; son la negación del tema.
Nueva valoración de la luz. El color no existe, ni tampoco la forma; solo es real para el pintor la relación aire-luz. De este modo, la luz es el verdadero tema del cuadro y por esto repiten el mismo motivo a distintas horas del día. La calidad y la cantidad de luz (no la línea o el color) es la que nos ofrece una u otra configuración visual del objeto. Esto les obliga a pintar al aire libre y a emplear una factura rápida capaz de captar algo tan cambiante. Los cuadros son muy luminosos y claros.
El color está directamente relacionado con la luz. Utiliza colores claros, vivos y puros que se aplican de forma yuxtapuesta para que la mezcla se produzca en la retina: es lo que se llama mezcla óptica. Con este recurso se gana viveza cromática. Las sombras dejan de ser oscuras y se reducen a espacios coloreados con las tonalidades complementarias, ya que el color se hace más vigoroso acercándolo a su complementario (ej. el rojo y el verde se potencian mutuamente). El negro desaparece por considerar que no existe en la naturaleza por esto el sombreado no se realiza a la manera tradicional coloreando las sombras.
Pincelada suelta, corta y rápida. Para traducir mejor las vibraciones de la atmósfera rehuyen cualquier retoque de las pinceladas y prefieren la mancha pastosa y gruesa. La línea desaparece y son la pincelada y el color los valores dominantes.
El modelado al modo tradicional, con gradaciones de color y luz, no existe y con el tiempo se acabará disolviendo las formas y volúmenes en impactos luminosos y cromáticos.
Pintura al aire libre. Esta proyección hacia los lugares abiertos viene impuesta por la temática pero más todavía por el deseo de " limpiar de barro" los colores, de verlos y reproducirlos puros, y de hallar un correctivo a la composición demasiada mecánica, de pose, del estudio.
Nueva valoración del espacio ilusorio. No hay interés por el espacio que finja profundidad, desaparece la concepción tradicional del cuadro como escaparate o ventana. Se pretende que sea algo vivo, un trozo de naturaleza, por lo que se huye de la perspectiva y la composición tradicional. En muchos cuadros lo llamativo es el encuadre que corta figuras y objetos como el objetivo de una cámara fotográfica.

Los pintores impresionistas.

Manet. Rechaza la tradición académica. Su polémica entrada en el mundo pictórico la realiza en el Salón de los rechazados con su obra El almuerzo sobre la hierba, cuadro que escandaliza al público y a la crítica porque ofrece una visión de la luz y la composición que los ojos de sus contemporáneos no estaban preparados para asumir. La sensación de volumen no se crea a partir del claroscuro y las figuras no se sitúan en un espacio ambiental sino que se funden en él. Otras obras de Manet son Olimpia y El bar del Folies Bergère.

Monet. El más poético de los pintores impresionistas, tiene una concepción fluida de la naturaleza. Uno de los primeros objetivos de Monet es fijar la inmediatez de la sensación visual. Para ello escoge los motivos acuáticos, destacando los efectos de la luz sobre el agua. Su preocupación por las variaciones luminosas según la hora del día le lleva a ejecutar varios cuadros simultáneamente sobre el mismo motivo: La catedral de Rouen, Acantilados,...El cuadro de Monet Impresión: sol naciente, sirve de pretexto para que un crítico irónicamente bautice a este grupo con el nombre de impresionistas.

Renoir. Es al mismo tiempo un revolucionario y un artista con un fuerte peso de la tradición. Con tonalidades fuertes, rojas y amarillas, capta las vibraciones de la luz ondulante entre hojas. Prefiere como motivo al ser humano, sobre todo la mujer, que para él expresa la belleza., así puede admirarse en su obra más famosa Le moulin de la Galette.

Signac. Es despues de Seurat, el representante más destacado de la escuela neoimpresionista o puntillista. Por influencia de Seurat sigue la técnica divisionista, estudiando cuidadosamente los efectos de luces, y llega a veces a superar a su maestro en la luminosidad del colorido. Presidente del salón de independientes, centra su labor principalmente en el paisaje
Degas. Es un impresionista de la forma más que del color. En muchos cuadros la luz brillante de la atmósfera es desplazada por la luz de las candilejas; la irisación de las ondas de Monet es en él brillos de faldas de bailarinas captadas en momentos fugaces. Considera que la forma tiene valor en sí misma y conserva su volumen. Siente especial interés por la figura humana como en sus temas de bailarinas.

Otros: Pissarro y Sisley.
Seurat
. Intenta representar la realidad partiendo de una construcción rigurosamente científica. Se inicia así el llamado Puntillismo o divisionismo. Su técnica consiste en representar la vibración luminosa mediante la aplicación de pequeños puntos que, al ser percibidos por el ojo, recomponen la unidad de las formas y de la luz. Este procedimiento se ve en la obra Un domingo de verano en la Grande Jatte.

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