El Fauvismo.
El fauvismo puede considerarse
como uno de los primeros movimientos de vanguardia del siglo, aunque la
cohesión y el propósito común del grupo de pintores que la forma es efímera:
1905-1910.
Los características comunes del
grupo son las siguientes:
• Libertad en el color hasta
llegar a la exaltación o la violencia, sin mezclas o matices. El color se
independiza del objeto, haciendo un uso arbitrario de este respecto de la
naturaleza, cuyos resultados son rostros verdes, árboles azules, mares
rojos,...
• Extrema simplificación de
formas y elementos: los objetos y contornos se perfilan con pinceladas
gruesas, anchas, bastas y se rellenan con manchas de color planas.
• Interpretación lírica y
emocional de la realidad con temas agradables paisajes o retratos.
• La profundidad desaparece y
los volúmenes se perfilan con pinceladas fuertes y no con el claroscuro. La
ruptura con la perspectiva tradicional es un hecho consumado.
• Es figurativo pero bastante
antinatural.
Los pintores más importantes
son: Matisse (Mujer con sombrero)y Derain
Comentario de la obra: Madame Matisse (retrato de la raya verde)
Museo Real de Bellas Artes. Copenhague. 1905
En el campo de las artes plásticas el inicio del siglo supone la
irrupción de una serie de movimientos y tendencias que se suceden de
forma vertiginosa, superponiéndose en ocasiones las propuestas de unos y
otros. Tienen en común su rabiosa modernidad y su intención de
transformar radicalmente el lenguaje artístico, asumiendo todos ellos
como principio fundamental la libertad plena del artista, sin embargo
las opciones son todas muy diferentes, y en la mayoría de los casos
contrarias unas a otras.
Para muchos no se considera una vanguardia porque carece de unidad y de un doctrinario específico, pero el fauvismo
es la primera novedad artística del S. XX, un movimiento liderado por
Matisse, Derain o Vlaminck, que vuelve a exaltar el protagonismo del
color, que aparece en estas obras con una autonomía plena dentro del
cuadro y una fuerte agresividad a través de sus colores estridentes.
Nada que ver con la intención de los expresionistas de grupos como Die Brücke (el puente) o Der Blaue Reiter (el
jinete azul), que descubren en Van Gogh la utilización del arte como
transmisor de una realidad interior. No obstante, el momento culminante
en esta etapa de experimentación y vanguardia vendrá de la mano de Picasso y el Cubismo, convertido sin duda en una de las experiencias artísticas más revolucionarias de todo el siglo XX. Futurismo, Rayonismo, Constructivismo,
son otras tantas tendencias que se suceden en un brevísimo espacio de
tiempo, que encuentra un freno trágico a su creatividad en
la I Guerra
Mundial. La guerra tendrá una secuela amarga para todo el mundo, pero
son los intelectuales los que sacan las peores conclusiones, convencidos
de que la civilización del hombre necesita una transformación radical.
En ese contexto surgen nuevas posturas del movimiento expresionista, más
críticas que nunca, como ocurre con
la Nueva Objetividad, y el nihilismo del movimiento Dadá,
tal vez el que con mayor sentido abogue por empezar de cero nuestra
cultura occidental. Como una derivación del Dadá surgirá en los años
veinte el Surrealismo, influenciado por el psicoanálisis y los descubrimientos freudianos
aplicados a la expresión artística. Puede decirse que a partir de ese
momento el devenir de las vanguardias empieza su declinar, afectado
primero por el totalitarismo generalizado del periodo de entreguerras y
finalmente por el estallido brutal de
la II Guerra Mundial.
A principios del S. XX, París es la capital indiscutible del arte. Allí empiezan a aceptarse poco a poco movimientos como el Impresionismo, que
en su momento había sido revolucionario, pero su bullicioso mundo
artístico sigue dando lugar a movimientos rupturistas que no son de
general agrado. Especialmente las primeras vanguardias, caracterizadas
por su agresividad y su liberalidad.
Entre ellas destaca en primer lugar, como ya hemos dicho, la labor de un grupo de pintores denominados fauvistas por el crítico Louis Vauxcelles,
al contemplar las obras de todos ellos colocadas en un apartado
especial del Salón de Otoño de París de 1905. Era tal la agresividad del
color, sus tonos exaltados e irreales, que aquella sala le pareció una "jaula de fieras (fauves)".
El fauvismo es en realidad un arte de síntesis, que recoge elementos del Impresionismo y del Postimpresionismo,
y que sobre todo sigue exaltando el protagonismo del color y su
autonomía respecto de las formas. Aspectos éstos que podían advertirse
ya en Van Gogh y más aún en Gauguin, pero que los
fauves enriquecen con otras propuestas cromáticas: especialmente la
utilización de colores primarios, el juego de complementarios y las
tonalidades chillonas y agresivas. Caracteriza también a estos pintores
la técnica de pincelada suelta y gruesos empastes, y el rechazo a la
imitación de la naturaleza. No se trata de imitar la realidad, sino de
transformarla en el cuadro recreando así otra, tal y como habían
anticipado ya Van Gogh y Gauguin.
El grupo es liderado por el pintor Henry Matisse, al que siguen otros jóvenes pintores como Derain, Vlaminck, Marc o Dufy,
pero al igual que ocurrió con los impresionistas, el grupo sólo
permanecerá unido un breve periodo de tiempo, a partir de entonces cada
artista siguió su propio camino diferente.
Tal vez el manifiesto del grupo Fauve, lo constituya este cuadro. En
realidad se trata por encima de todo un estudio de color. Una
experimentación sobre las posibilidades del color como elemento del
lenguaje pictórico y además una obra emblemática de los primeros
fauvistas porque marcaría una línea a seguir, aunque es igualmente
cierto que la obra de Matisse pronto seguirá un camino propio e
independiente. En su intención de liberar plenamente al color de su
vinculación a la realidad, va incluso más lejos de lo que había ido
Gauguin en su momento.
Este es un caso muy conocido y bien ejemplar: el soporte temático del
cuadro es real, es un rostro, pero la figura no es lo importante, lo que
prima es la importancia de la mancha de color, muy empastada y de gran
fuerza y violencia, buscando nada más que su interrelación y la armonía
cromática. Predominando además dos tonos complementarios rojo y verde.
El fondo a su vez también busca la compensación cromática: rosas a un
lado, y verdes al otro, lo que equilibra la disposición de los colores
del rostro, que son los mismos tonos, pero colocados al revés que en el
fondo. El rostro recibe la luz por los dos lados, pero quedando una
parte más sombreada que la otra, lo que se consigue a base de
entonaciones claras (amarillo y blanco rosáceo) que se separan por la
incisiva raya verde que actúa a modo de sombra. El verde se equilibra
además con los rojos de las ojeras y de las aletas de la nariz y los
labios, que armonizan además con la gama de azules (pelos, nariz, boca),
descendentes en intensidad de arriba abajo.
La aportación de este cuadro se halla en las posibilidades del color y
en la utilización de éste de una forma mucho más agresiva y autónoma:
aquí no sólo se sombrea con color, sino que hacerlo con una raya verde
supone desentenderse de la realidad, apostando por la autonomía plena
del color como valor plástico, y convirtiéndolo además en un elemento de
provocación.
Escrito por Ignacio Martínez Buenaga (CREHA)
FUENTE: http://www.artecreha.com/Miradas_CREHA/h-matisse-madame-matisse-retrato-de-la-raya-verde.html
Y una PPT:
Las vanguardias i fauvisme from Tomás Pérez Molina
Y un video documental sobre el contexto en el que surgen las primeras vanguardias:
Y un video documental sobre el contexto en el que surgen las primeras vanguardias:
1 comentario:
Dónde está la obra de kees Van Dongen? Gracias
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