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Un par de esquemas para contextualizar el origen y desarrollo del Románico. La presentación permite profundizar en los hechos a los que se hace referencia en estos esquemas.
Aquí os dejo, además, una introducción escrita que aborda los principales condicionantes históricos de este estilo.
¿Qué
entendemos por estilo o arte Románico? Algunas precisiones en torno al término y al espacio-tiempo en que se desarrolló.
·
Denominación.
Lenguas romances o románicas (s. XVIII), continuación y renovación de las
soluciones arquitectónicas romanas, todo lo que fuera anterior al Gótico, etc.
·
Cronología:
siglos XI (formación) - XII (Plenitud) y XIII (coexistencia con el primer
gótico).
· Ámbito
geográfico: primer estilo internacional (la cristiandad
occidental) de Europa occidental.
Circunstancias
históricas coincidentes que posibilitan y explican su desarrollo:
·
El final
de las invasiones normandas (vikingos) y la estabilización del Imperio
árabe en occidente (desintegración del Califato de Córdoba y aparición de las
Taifas, expansión cristiana hacia el sur de la península Ibérica), hará posible
el restablecimiento de la paz en el
mundo cristiano occidental, necesaria para una cierta revitalización
económica. La roturación de nuevas tierras, el crecimiento demográfico y la
superación de los “Terrores del año Mil”
(la llegada del fin del mundo), van a facilitar esta nueva eclosión
constructora y artística a partir del siglo XI.
·
El desarrollo
del sistema feudal: el mecenazgo
artístico de la Iglesia y de la Nobleza. Si la tierra es la principal
fuente de riqueza, sus poseedores son el verdadero poder económico y político
de la época. Por eso el románico es un arte
rural.
·
La expansión
de las órdenes religiosas (Orden
Benedictina (Ora et Labora,
Abadía de Cluny): expresión del poder económico de los monasterios y cauce para
la difusión de las nuevas soluciones arquitectónicas y plásticas. La Iglesia
monopolizará la mayor parte de la cultura. Es fácil deducir que la fe estaba
por encima de cualquier pensamiento racional y que los centros culturales
estaban vinculados a ella. Éstos eran fundamentalmente los monasterios, ya que las primeras universidades no aparecerán hasta
el siglo XII.
·
El auge
de los caminos de peregrinación y de las peregrinaciones: relacionados con
el culto a las reliquias y la difusión del nuevo estilo y la cultura románica.
Peregrinaciones a Tierra Santa,
pasando por Italia (Roma); la de Santiago de Compostela, para rendir culto a
las reliquias. Esta fe en las reliquias de los santos ayudaba a la gente a
liberarse, a veces, de su triste existencia y a ganarse un puesto en el más
allá , previo pago del precio establecido. En estos caminos se situaban
multitud de iglesias y monasterios que conservaban como un preciado tesoro
restos de los cuerpos de los santos que satisfacían el “hambre de reliquias” padecida por las personas de aquellos tiempos.
Los ensayos y formas de una región pasan pronto a otra a través de las
cuadrillas de canteros volantes, lo
que explicará la unidad estilística a pesar de las notables diferencias
regionales.
·
Las
cruzadas, que permiten entrar en contacto con las culturas del Mediterráneo
oriental (arte bizantino,
islámico, etc.). Impulsadas por la Iglesia, pero medio para ampliar el poder de
los reinos cristianos sobre oriente.
·
La
reforma Gregoriana que impuso un mismo criterio litúrgico en toda la
Cristiandad occidental. Desde el año
1054, en que se produce el cisma de
la Iglesia, la Cristiandad se fractura. Occidente y su capital, Roma, se
convierten en el núcleo político y espiritual del papado y de la Iglesia
Católica. Constantinopla y el Imperio Bizantino serán el ámbito de la Iglesia
Ortodoxa.
El Románico brotó en Europa occidental
aproximadamente por el mismo tiempo; consta de gran variedad de estilos
regionales, distintos pero todos emparentados de múltiples maneras, y sin una
fuente central. Incluye elementos de los estilos cortesanos que lo habían
precedido (prerrománicos), del clasicismo tardío, del Paleocristiano y del arte
bizantino, así como influencias islámicas y del legado celta-germánico.
Lo que amalgamó todos estos componentes dispares en un estilo
coherente durante la segunda mitad del siglo XI no fue una fuerza única, sino
una diversidad de factores que contribuyeron
a provocar un nuevo brote de vitalidad
de todo occidente. Al fin, el cristianismo
había triunfado en todos los territorios de Europa occidental. Los vikingos se habían convertido al
catolicismo, después de haber aterrorizado a los habitantes de las Islas
Británicas y el continente durante los siglos IX y X. En 1031, el califato de
Córdoba se había desintegrado, para dar paso a numerosos pequeños reinos
musulmanes y despejar el camino para la expansión de los reinos cristianos
peninsulares hacia el sur; y los magiares
se habían establecido en Hungría. Europa se hallaba, después de muchos siglos,
en paz.
Notábase un creciente entusiasmo
religioso que se reflejaba en el movimiento
de peregrinos, más creciente cada día, hacia los Santos Lugares, y que, desde 1095, culminó en las Cruzadas, para liberar Tierra Santa del
dominio musulmán. No menos importante fue la reapertura de las rutas
comerciales del Mediterráneo por las naves venecianas, genovesas y pisanas; el resurgimiento del comercio y la industria,
y el incremento consiguiente de la vida
urbana en algunas regiones de Europa. Durante el caos de los comienzos de
la Edad Media, las ciudades del Imperio Romano de occidente habían menguado
considerablemente (la población de Roma, que era de un millón en el año 300,
llegó a descender hasta los 50.000 habitantes); algunas ciudades habían sido
abandonadas completamente. Desde el siglo XI comenzaron a recuperar su antigua
importancia, mientras por doquier se fundaban otras nuevas, y una burguesía de
artesanos y comerciantes formaba una nueva clase entre el campesinado y la
nobleza feudal, una clase media, la burguesía, que constituyó un factor
decisivo en el desarrollo de la sociedad del Medievo.
Así pues, en múltiples aspectos, la Europa occidental, entre 1050 y
1200, pasó a ser mucho más semejante a la romana de lo que había sido desde el
siglo VI al recuperar algunos e los modelos del comercio internacional, la vida
urbana (aunque reducida) y la potencia militar de las antiguas épocas
imperiales. Faltaba la autoridad
política central, pero la soberanía
espiritual del Papa vino a reemplazarla, hasta cierto punto, como fuerza unificadora.
En esta época se construyeron
castillos, monasterios e iglesias. Edificios todos ellos con una fuerte carga simbólica, acentuada por el mundo
estático y trascendente que representaban sus pinturas y relieves, sobre todo
en los religiosos. Las ideas de premio,
castigo o sacrificio también estaban presentes en este mundo ruralizado, donde el
poder se ejercía no sólo a través de la fuerza, sino también del
adoctrinamiento de las gentes.
En este contexto hay que
entender la estética y la ética del
románico, que adquiere una función didáctico-cristiana
de glorificación o temor a Dios. Un arte que habla de las verdades eternas de
la fe y de la esperanza en el más allá, puesto que en el más acá la vida era
muy dura para la mayor parte de la población.
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