Bagdad, reconstrucción aérea de la ciudad
original fundada por Al-Mansur en 762.
Ribat de Susa, Túnez (851). Planta
Ribat de Susa, Túnez (851). Patio
Ribat de Susa, Túnez (851). Exterior.
Plano del área palatina de Medina Azahara, fundada en el año 936 por el califa Abd-al-Rahmán III.
Esquema ideal de una ciudad musulmana
Curtidurías en el Zoco de Fez, Marruecos.
Ya hemos visto en clase que, en general, las ciudades islámicas (madinas) no responden a un plan urbanístico definido sino que sus siguen un trazado irregular y sinuoso que, por razones climáticas, responde bien a las necesidades de crear un entorno fresco y agradable frente a los rigores del calor (originariamente en en próximo oriente, claro). Sus callejuelas y callejones van confluyendo, de manera caótica, en la mezquita del barrio o, en las ciudades grandes, la mezquita mayor o Aljama. La mayoría estarán amuralladas y dotadas de puertas de acceso monumentales, así como de alguna fortificación interior que hace las veces de residencia del poder y de la milicia, la alcazaba. No hay un foro como tal, aunque la plaza del mercado (suq o zoco) hace las veces del ágora griega o del foro romano, salvando las diferencias, como espacio adecuado para los negocios y las relaciones humanas. El auténtico centro neurálgico de la madina es, en cualquier caso, la mezquita; se trata de un espacio que va más allá de las necesidades religiosas para convertirse en un lugar de encuentro, de aprendizaje o, simplemente, de relaciones sociales. Sobre el perfil chato de las ciudades destacarán sus espigados minaretes, desde donde el almuédano llamará a los fieles a la oración cinco veces al día.
Aquí os dejo unos breves apuntes ajenos para complementar estas notas.
Breves apuntes sobre el urbanismo islámico
A diferencia de la creencia general de que las ciudades musulmanas, al igual que las medievales, carecen de toda forma de planificación, lo cierto es que los califas abasíes fundaron una serie de ciudades (Bagdag, Samarra, El Cairo, Kairuán), así como una serie de complejos palaciegos que obedecían a una rigurosa planificación bien en retícula, bien a partir de ejes, o bien circular. El núcleo fundacional de Bagdag tiene forma circular, con una doble muralla de adobe que protegía las edificaciones palaciegas distribuidas concéntricamente, y cuatro puertas abiertas hacia los puntos cardinales. En el centro de la plaza se alzaban el palacio del califa y la mezquita. Esta estructura recuerda vagamente al modelo de ciudad propuesto por Vitruvio. La ciudad palatina de Medina Azahara en las cercanías de Córdoba es también otro ejemplo de planificación de los califas omeyas, esta vez siguiendo un patrón reticular.
Desde aproximadamente el siglo X, cualquier ciudad de cierta importancia
se dotó de torres y muros fortificados, elaboradas puertas urbanas y
una prominente ciudadela (qal'a o alcazaba) como asentamiento del poder.
Estas últimas son construcciones realizadas con materiales
característicos de la región circundante: piedra en Siria, Palestina y
Egipto, o ladrillo, piedra y tapial en la Península Ibérica y el norte
de África. Un ejemplo singular de esta arquitectura es el ribat. Desde
el punto de vista técnico, consistía en un palacio fortificado destinado
a los guerreros islámicos que se consagraban, ya fuera provisional o
permanentemente, a la defensa de las fronteras. El ribat de Susa, en
Túnez, recuerda los primeros palacios islámicos, pero difiere de ellos
en su distribución interior con grandes salas, así como por su mezquita y
alminar.
La división en barrios de la mayoría de las ciudades islámicas se basa
en la afinidad étnica y religiosa, y constituye por otra parte un
sistema de organización urbana que facilita la administración cívica. En
cada barrio hay siempre una mezquita. En el interior o en sus
proximidades hay, además, una casa de baños, una fuente, un horno y una
agrupación de tiendas. Su estructura está formada por una red de calles y
callejones, y un conjunto de viviendas. Según la región y el período,
las casas adoptan diferentes rasgos que responden a las distintas
tradiciones históricas y culturales, el clima o los materiales de
construcción disponibles.
El mercado (suq), que actúa como centro neurálgico de los negocios
locales, es de hecho el elemento característico más relevante de las
ciudades islámicas. La distancia del mercado a la mezquita determina su
organización espacial por gremios especializados. Por ejemplo, las
profesiones consideradas limpias y honorables (libreros, perfumeros y
sastres) se sitúan en el entorno inmediato de la mezquita, mientras que
los oficios asociados al ruido y el mal olor (herreros, curtidores,
tintoreros) se sitúan progresivamente más lejos de ella. Esta
distribución topográfica responde a imperativos basados estrictamente en
criterios técnicos.
FUENTE: Lectura
impartida en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame
en South Bend, Indiana (EEUU), el 26 de Enero de 2011.
Autor: Pablo Álvarez Funes
3 comentarios:
Hola Tomás
¿Lo de breves apuntes ajenos para complementar estas notas hay que estudiarlo para el examen?
Sara
Hola Sara.
Habrás comprobado que, además de breves, son algo reiterativos... luego tampoco es para tanto! Y sí habrá que estudiarlo para el examen.
Un saludo
Hola Sara,
qué buen artículo te has sacado de la manga. A mi me encanta el tema de la geometría islámica, así que miles de gracias¡
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