Un cuaderno de bitácora para navegar por la historia del arte. Cada entrada está relacionada con algunos de los estadios de la creación artística a lo largo de la Historia. Desde la Prehistoria hasta la más rabiosa actualidad. Todo un curso al ritmo pausado del calendario. Para aquellos que consideran que el arte existe porque la vida no es suficiente.
2/29/2020
ANÁLISIS DE UNA OBRA ARQUITECTÓNICA DEL RENACIMIENTO EN ESPAÑA
Estimados alumnos y alumnas, aquí tenéis las obras de referencia de la arquitectura del Renacimiento en España. Elegid una y realizad el correspondiente análisis formal y estilístico.
2/28/2020
LA ESCULTURA ESPAÑOLA DEL RENACIMIENTO
LA ESCULTURA ESPAÑOLA DEL RENACIMIENTO
CARACTERÍSTICAS GENERALES.
CARACTERÍSTICAS GENERALES.
El carácter pagano que llegó a tener la escultura renacentista italiana, tomando como base los fundamentos estéticos de la antigüedad, no se acomodó bien a las exigencias de nuestras artes plásticas. Todo lo que supusiera una exaltación de las formas humanas, en detrimento de la expresión, era rechazado como contrario a los principios de la escultura cristiana. Se admiten los principios clásicos en la escultura decorativa y en la funeraria, pero no en las obras de marcado carácter religioso, que es lo que demandan los clientes españoles y a lo que se ven abocados a realizar los artistas en nuestro país. Lo que interesa, como ocurría, en los tiempos medievales, es que la obra exprese una idea religiosa, aunque no complazca a los sentidos. La justificación de esta escultura religiosa en los templos, está en función de su carácter docente y expresivo. No es decoración de altares, sino expresión de una devoción popular o exigencia del adoctrinamiento cristiano. Estos criterios estéticos se reafirmarán tras el Concilio de Trento, cuando España se convierta en el paladín de la Contrarreforma Católica.
LA IMAGINERIA Y LA TALLA POLICROMADA
Formados los talleres españoles por excelentes tallistas en madera, e inclusive reforzados por la presencia de escultores europeos, que han quedado sin trabajo por la difusión de las ideas iconoclastas del protestantismo, es lógico que el material medieval para la imaginaría, la madera policromada, sea el preferido. Si la piedra, el mármol o el alabastro se utilizan, es en proporción muy escasa respecto a la madera, considerada como el vehículo idóneo para la expresión o fomento de la devoción.
El material empleado es, preferentemente, la madera de pino. Dispuesto el material, el escultor talla en el bloque de madera. Acabada su labor queda una “escultura en blanco”, esto es, sin policromar. Para la policromía se apareja la escultura; seguidamente se plastece con yeso fino, sin ocultar la calidad de la talla. Sobre esta capa de yeso se aplicaba en las zonas de carne y en las de vestido, una arcilla rojiza muy fina. Sobre estas superficies se aplicaban panes de oro sobre los que, una vez bruñidos, se aplicaban los colores lisos mediante el estofado (la acción de estofar) En las zonas correspondientes a las carnes se procedía al encarnado. El resultado era una escultura esplendente, irreal de acuerdo con el brillo de los retablos, en la que se pretende acusar el intelectualismo de la representaci6n teológica con la devoción popular.
LA IMAGINERIA Y LA TALLA POLICROMADA
Formados los talleres españoles por excelentes tallistas en madera, e inclusive reforzados por la presencia de escultores europeos, que han quedado sin trabajo por la difusión de las ideas iconoclastas del protestantismo, es lógico que el material medieval para la imaginaría, la madera policromada, sea el preferido. Si la piedra, el mármol o el alabastro se utilizan, es en proporción muy escasa respecto a la madera, considerada como el vehículo idóneo para la expresión o fomento de la devoción.
El material empleado es, preferentemente, la madera de pino. Dispuesto el material, el escultor talla en el bloque de madera. Acabada su labor queda una “escultura en blanco”, esto es, sin policromar. Para la policromía se apareja la escultura; seguidamente se plastece con yeso fino, sin ocultar la calidad de la talla. Sobre esta capa de yeso se aplicaba en las zonas de carne y en las de vestido, una arcilla rojiza muy fina. Sobre estas superficies se aplicaban panes de oro sobre los que, una vez bruñidos, se aplicaban los colores lisos mediante el estofado (la acción de estofar) En las zonas correspondientes a las carnes se procedía al encarnado. El resultado era una escultura esplendente, irreal de acuerdo con el brillo de los retablos, en la que se pretende acusar el intelectualismo de la representaci6n teológica con la devoción popular.
Esta disparidad de criterios respecto al arte escultórico italiano y la interpretación española del renacimiento no conduce, sin embargo, al mantenimiento de formas arcaizantes. Muy al contrario, lo que interesa es no romper la tradición medieval, esencialmente cristiana, e incorporar a aquella las novedades técnicas e iconográficas que puedan ser asimiladas y asumidas, de modo que puedan contribuir a una mejor expresión de la fe cristiana.
EVOLUCIÓN DE LA ESCULTURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI
Los iniciosLa presencia de artistas italianos en tierras españolas, así como la constante importación de obras de aquel país, es decisiva para la difusión del nuevo gusto estético. En la labor de difundir el nuevo estilo ocupan un importante lugar los italianos Fancelli (1469-1519) y Pietro Torrigiano. Al primero debemos obras como el Sepulcro de don Diego Hurtado de Mendoza, arzobispo de Sevilla, y el sepulcro de los Reyes Católicos, en la capilla real de Granada; al segundo corresponde la muy conocida obra de San Jerónimo, del Museo de Sevilla, que es una verdadera lección de anatomía. En cuanto a las obras de importación hay que señalar el deseo de los magnates de proveerse de grandes sepulcros de mármol.
A los autores señalados y en orden a una mayor progresión hacia formas cada vez más renacentistas hay que añadir nombres como Vasco de la Zarza (Sepulcro del Tostado, en Ávila); Felipe Vigarny (Sillería del coro de la Catedral de Toledo) y Damián Forment (Retablo del altar mayor de Poblet). Entre los autores que preparan la escultura inequívocamente renacentista hay que destacar a Bartolomé Ordóñez (sepulcro de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, en la catedral de Granada), autor de depurado clasicismo. Diego de Siloé, autor del sepulcro del Cardenal Fonseca.
La Escuela de Valladolid y el pleno renacimiento español
Los dos grandes escultores del Renacimiento español trabajan en Valladolid, ciudad que relevará en el segundo tercio del s. XVI al antes brillante taller de Burgos.
Alonso Berruguete (1488-1561), hijo del pintor Pedro Berruguete, se empapó durante su estancia en Italia del arte de Donatello y de Miguel Ángel, pero dejando que lo intensamente dramático predominara sobre los valores de armonía y serenidad, por lo que su estilo anticipa, en cierta medida, el barroco. Berruguete concibe el arte como una creación intelectual, lejos del concepto artesanal que hasta entonces dominaba toda la península, unido a su sentido aristocrático. Sus descuidos e incorrecciones técnicas derivan de este planteamiento; lo que interesa no es que la obra esté bien resuelta técnicamente, sino que sea fruto de una elaboración intelectual, que esté bien pensada de acuerdo con una idea transcendente. No le interesan pues las bellas formas aparentes, ni el sensualismo de las obras clásicas. Le interesa el significado de la obra.
Su estilo se caracteriza por el dinamismo, la disimetría en los rostros y anatomías, la huida de la repetición de figuras, gestos o actitudes, la variedad en el estudio de manos y la acentuación del contraposto, llegando a la figura serpentina que gira en una plano helicoidal, adquiriendo un perfil flameante, creando desequilibrio, en consonancia con la agitación espiritual de la representación. En el aspecto expresivo se hace especial hincapié en el carácter angustioso de la existencia, en la lucha del espíritu por romper la corteza carnal que lo atenaza, de ahí la agitación, el dinamismo y dramatismo de sus creaciones. Muchas veces, para subrayar este dramatismo, recurre a fórmulas de carácter subjetivo e intelectual: proporcionalidad jerárquica, yuxtaposición de figuras, perspectiva inversa, estridencias formales, etc. En definitiva, se trata de un estilo en el que deliberadamente se renuncia a la belleza formal en beneficio de la expresividad espiritual.
Sus obras fundamentales son el Retablo de San Benito, del Museo de Valladolid, una de cuyas estatuas el San Sebastián, logró una gran popularidad (comentada en clase); ver, también, el análisis de la obra en el siguiente enlace: http://www.slideshare.net/guest442d81/berruguete-san-sebastian.
La otra obra más notable es la sillería del coro de la Catedral de Toledo (realizada a medias con Felipe Vigarny) y en la que sorprenden las huellas de ese desenfado técnico propio del artista. Frente a las formas colosales de Miguel Ángel, las tallas de Berruguete son figuras huesudas, gesticulantes y nerviosas.
El otro gran escultor que trabaja en Valladolid es el francés Juan de Juni (1507-1577), pero con cualidades muy diferentes al anterior. Su labor era lenta y minuciosa, pero sus resultados son grandiosos por su dimensión trágica y por su brillante y encendida policromía. Sus figuras son grandes, sus gestos teatrales. Las composiciones, agobiadas por la falta de espacio, inician el manierismo. Su estilo se halla muy marcado por la influencia de Miguel Ángel.
Juni no está interesado en la representación del dolor físico, sino en el de la angustia del espíritu. Ello se pone de manifiesto en el movimiento reconcentrado de las figuras profundamente doloridas, que plásticamente se expresa mediante el perfil serpentino, dibujando una hélice en el espacio. Sus imágenes son fruto de una cuidada y elaborada reflexión, favorecida por su técnica cuidadosa, gustosa del acabado perfecto y virtuoso, en contraste con la forma descuidada y rápida de hacer de Berruguete.
En sus temas muestra predilección por los más patéticos, como La Piedad, los Cristos muertos y los Santos Entierros. Son imágenes muy emocionales, que hablan directamente a los sentidos del contemplador, que excitan su compasión.
EVOLUCIÓN DE LA ESCULTURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI
Los iniciosLa presencia de artistas italianos en tierras españolas, así como la constante importación de obras de aquel país, es decisiva para la difusión del nuevo gusto estético. En la labor de difundir el nuevo estilo ocupan un importante lugar los italianos Fancelli (1469-1519) y Pietro Torrigiano. Al primero debemos obras como el Sepulcro de don Diego Hurtado de Mendoza, arzobispo de Sevilla, y el sepulcro de los Reyes Católicos, en la capilla real de Granada; al segundo corresponde la muy conocida obra de San Jerónimo, del Museo de Sevilla, que es una verdadera lección de anatomía. En cuanto a las obras de importación hay que señalar el deseo de los magnates de proveerse de grandes sepulcros de mármol.
A los autores señalados y en orden a una mayor progresión hacia formas cada vez más renacentistas hay que añadir nombres como Vasco de la Zarza (Sepulcro del Tostado, en Ávila); Felipe Vigarny (Sillería del coro de la Catedral de Toledo) y Damián Forment (Retablo del altar mayor de Poblet). Entre los autores que preparan la escultura inequívocamente renacentista hay que destacar a Bartolomé Ordóñez (sepulcro de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, en la catedral de Granada), autor de depurado clasicismo. Diego de Siloé, autor del sepulcro del Cardenal Fonseca.
La Escuela de Valladolid y el pleno renacimiento español
Los dos grandes escultores del Renacimiento español trabajan en Valladolid, ciudad que relevará en el segundo tercio del s. XVI al antes brillante taller de Burgos.
Alonso Berruguete (1488-1561), hijo del pintor Pedro Berruguete, se empapó durante su estancia en Italia del arte de Donatello y de Miguel Ángel, pero dejando que lo intensamente dramático predominara sobre los valores de armonía y serenidad, por lo que su estilo anticipa, en cierta medida, el barroco. Berruguete concibe el arte como una creación intelectual, lejos del concepto artesanal que hasta entonces dominaba toda la península, unido a su sentido aristocrático. Sus descuidos e incorrecciones técnicas derivan de este planteamiento; lo que interesa no es que la obra esté bien resuelta técnicamente, sino que sea fruto de una elaboración intelectual, que esté bien pensada de acuerdo con una idea transcendente. No le interesan pues las bellas formas aparentes, ni el sensualismo de las obras clásicas. Le interesa el significado de la obra.
Su estilo se caracteriza por el dinamismo, la disimetría en los rostros y anatomías, la huida de la repetición de figuras, gestos o actitudes, la variedad en el estudio de manos y la acentuación del contraposto, llegando a la figura serpentina que gira en una plano helicoidal, adquiriendo un perfil flameante, creando desequilibrio, en consonancia con la agitación espiritual de la representación. En el aspecto expresivo se hace especial hincapié en el carácter angustioso de la existencia, en la lucha del espíritu por romper la corteza carnal que lo atenaza, de ahí la agitación, el dinamismo y dramatismo de sus creaciones. Muchas veces, para subrayar este dramatismo, recurre a fórmulas de carácter subjetivo e intelectual: proporcionalidad jerárquica, yuxtaposición de figuras, perspectiva inversa, estridencias formales, etc. En definitiva, se trata de un estilo en el que deliberadamente se renuncia a la belleza formal en beneficio de la expresividad espiritual.
Sus obras fundamentales son el Retablo de San Benito, del Museo de Valladolid, una de cuyas estatuas el San Sebastián, logró una gran popularidad (comentada en clase); ver, también, el análisis de la obra en el siguiente enlace: http://www.slideshare.net/guest442d81/berruguete-san-sebastian.
La otra obra más notable es la sillería del coro de la Catedral de Toledo (realizada a medias con Felipe Vigarny) y en la que sorprenden las huellas de ese desenfado técnico propio del artista. Frente a las formas colosales de Miguel Ángel, las tallas de Berruguete son figuras huesudas, gesticulantes y nerviosas.
El otro gran escultor que trabaja en Valladolid es el francés Juan de Juni (1507-1577), pero con cualidades muy diferentes al anterior. Su labor era lenta y minuciosa, pero sus resultados son grandiosos por su dimensión trágica y por su brillante y encendida policromía. Sus figuras son grandes, sus gestos teatrales. Las composiciones, agobiadas por la falta de espacio, inician el manierismo. Su estilo se halla muy marcado por la influencia de Miguel Ángel.
Juni no está interesado en la representación del dolor físico, sino en el de la angustia del espíritu. Ello se pone de manifiesto en el movimiento reconcentrado de las figuras profundamente doloridas, que plásticamente se expresa mediante el perfil serpentino, dibujando una hélice en el espacio. Sus imágenes son fruto de una cuidada y elaborada reflexión, favorecida por su técnica cuidadosa, gustosa del acabado perfecto y virtuoso, en contraste con la forma descuidada y rápida de hacer de Berruguete.
En sus temas muestra predilección por los más patéticos, como La Piedad, los Cristos muertos y los Santos Entierros. Son imágenes muy emocionales, que hablan directamente a los sentidos del contemplador, que excitan su compasión.
Entre sus creaciones podemos destacar:
· El Santo Entierro que hizo para la iglesia de San Francisco de Valladolid.
· Retablo de la Antigua de Valladolid.
· El retablo del Santo Entierro de la catedral de Segovia.
· El retablo Mayor de la Catedral de Burgo de Osma.
· La Virgen de las Angustias.
· La Piedad de la colegiata de San Antolín, en Medina del Campo.
Y la PPT:
· El Santo Entierro que hizo para la iglesia de San Francisco de Valladolid.
· Retablo de la Antigua de Valladolid.
· El retablo del Santo Entierro de la catedral de Segovia.
· El retablo Mayor de la Catedral de Burgo de Osma.
· La Virgen de las Angustias.
· La Piedad de la colegiata de San Antolín, en Medina del Campo.
Y la PPT:
LA ESCULTURA ESPAÑOLA DEL RENACIMIENTO, UN PAR DE VIDEOS SOBRE ALONSO BERRUGUETE Y JUAN DE JUNI
Un par de documentales sobre la obra y estilo de los dos grandes maestros de la escultura española del Renacimiento, anclada en la tradición manierista italiana pero profundamente imbuida de la mística contrarreformista de la que España era paladín europeo. La tradición medieval de la madera tallada y policromada, en la que aún se mantiene el pan de oro y el encarnado, son el rasgo diferenciador de una plástica al servicio, fundamentalmente, de la devoción religiosa.
2/26/2020
EL MONASTERIO DE EL ESCORIAL Y LA ARQUITECTURA HERRERIANA
Una exploración del monasterio de San Lorenzo del Escorial.
Y la PPT sobre la arquitectura herreriana:
2/25/2020
ÚBEDA: CIUDAD RENACENTISTA
Un interesante vídeo sobre la ciudad de Úbeda y su patrimonio artístico; ejemplo único de ciudad renacentista en España.
LA ARQUITECTURA DEL RENACIM IENTO: ANDRÉS DE VANDELVIRA.
Andrés de Vandelvira es el arquitecto español que mejor representa la pureza clasicista del Renacimiento. Sus obras más significativas se hallan en la ciudad de Úbeda (Jaén), capital de una de las comarcas olivareras más imnportante de Andalucía y residencia de una potente aristocracia, muy vinculada al gobierno del Estado. El clasicismo romano de su obra se manifiesta, especialmente, en el palacio que, a continuación se comenta.
PALACIO DE LAS CADENAS DE ÚBEDA Este palacio, conocido popularmente como de las Cadenas, cuyo promotor fue Juan Vázquez de Molina, sobrino de Francisco de los Cobos y, al igual que él, secretario de estado de Carlos V y secretario de cámara de Felipe II, y que no llegó ni siquiera a habitar, es en el mismo siglo XVI remodelado, y adaptado para monasterio de madres dominicas. De su fastuosidad ambiental originaria aún mantiene piezas como las pinturas murales de lo que fue Sala Capitular del convento de 1595 y en el tercer cuerpo un magnífico artesonado en artesa siguiendo usos y gustos mudéjares.
Indudable obra clásica con similitudes italianas, este palacio es, sin temor a dudas, la pieza de arquitectura civil palaciega del siglo XVI más representativa en su género de toda la ciudad: un auténtico palacio urbano del Renacimiento español.
Indudable obra clásica con similitudes italianas, este palacio es, sin temor a dudas, la pieza de arquitectura civil palaciega del siglo XVI más representativa en su género de toda la ciudad: un auténtico palacio urbano del Renacimiento español.
La planta :
Con un esquema similar a los palacios y grandes casas del siglo XVI en España, tipologicamente responde a una planta cuadrada con patio interior porticado, rodeado de una elegante columnata, con arcos de medio punto y dos plantas en altura. Siguiendo el modelo de "casa romana" y en general mediterránea, el patio estructura la ordenación interna de las dependencias. A cada planta o cuerpo corresponde un orden arquitectónico diferente: al inferior corintio, jónico al medio y, en planta superior, una combinación de cariátides y telamones.
El palacio cuenta con dos fachadas, una la del Ayuntamiento, con tintes clasicistas de los años 40 del siglo XX, con acceso desde lo que fue antiguo huerto del palacio, hoy plaza de los Caídos; y la otra, portada principal de acceso al palacio por la renacentista plaza de Vázquez de Molina.
La fachada principal:
De una gran magnitud, responde formalmente a un planteamiento orgánicamente estructurado en tres cuerpos, con una ordenación horizontal de tres plantas y verticalmente siete calles de diferente anchura. Desde los extremos, los tramos de la fachada van sucesivamente disminuyendo en anchura hasta llegar al tramo central, que vuelve a ser ancho, consiguiendo un efecto óptico de simetría, así como de solidez de la edificación.
En la fachada es destacable -la planta -noble- constituida por siete proporcionados balcones rematados por frontones; el cuerpo alto por los siete ojos de buey y ocho guerreros y madonnas portadores de la heráldica familiar de cada una de las calles; y la cubierta por las linternas de las esquinas superiores del edificio, elemento ornamental en forma de -tholoi- clásico que ayudan a dar mayor esbeltez a la construcción. Un valor añadido anecdótico y atractivo sobre la fachada del palacio son los denominados vítores, grafitis de la época, que, referidos a hechos conmemotativos, personajes o críticas, ofrecen una visión global de uso y paso del tiempo.
Pintura mural del palacio.
En conjunto, la fachada de clara ascendencia italiana y diseño clásico, es un fiel trasunto de un diseño de casa romana dado a conocer en 1511 por fray Giocondo de Verona. Resulta chocante y al mismo tiempo original la inversión de los órdenes arquitectónicos, que Vandelvira diseña en un alarde de libertad, situando el corintio en la pilastra del primer piso, el jónico en el segundo y en el tercer cuerpo figuras antropomorfas.
El patio: Eje desde el que se organiza la vivienda, al igual que el resto de los patios palaciegos de la ciudad, presenta unos rasgos comunes en los que no faltan la fuente central ni la reiterativa y autoafirmante heráldica familiar en las enjutas de los arcos. Este patio en concreto, frente a la tónica general de patio central, aquí queda desplazado considerablemente en planta
y por otra parte presenta una singular nota de italianismo que no aparece en ningún otro edificio de la comarca. Y así, la galería columnada del piso bajo -en clave cuatrocentista- se cubre con bóvedas de arista, y en los muros se desarrollan una sucesión continua de arcos ciegos.
Así mismo, un originalísimo juego de bicromía realzan a este patio renacentista, efecto que es conseguido a través de la pétrea y marmórea fuente central, con las columnas de mármol blanco de Génova sobre las que descansan los arcos, y a través de la conjunción de arcadas ciegas y bóvedas blanqueadas, lo que presta al edificio una acusada semejanza con la Florencia renacentista.
Hoy, este palacio alberga el Ayuntamiento, el Archivo Histórico de la ciudad; así como el Museo de Alfarería.2/24/2020
EL RENACIMIENTO EN ESPAÑA. EL CONTEXTO HISTÓRICO Y LA ARQUITECTURA.
EL RENACIMIENTO EN ESPAÑA
El modelo renacentista italiano no es identificable con claridad en nuestro país debido, entre otras circunstancias, a la imposibilidad de trazar una frontera rígida entre el último gótico y lo que llamamos Renacimiento. Por otro lado, en cada uno de los reinos que conformaban la Monarquía Hispánica (lo que hoy llamamos España, más o menos) existían unas características culturales y extraculturales que aportaban una cierta singularidad al conjunto (influencia del arte islámico, desarrollo del estilo mudéjar, etc.).
Condicionantes sociales y políticos que nos ayudan a entender el renacimiento español:
La sociedad hispánica del 1500 tenía un componente mercantil muy débil en casi todo el territorio peninsular; sólo Cataluña y Valencia escapaban a esta debilidad, dado el empuje económico que ambos territorios experimentaron durante la Baja Edad Media. No era la hispánica, por tanto, un sociedad crecientemente burguesa. Por el contrario, la nobleza retenía en sus manos un enorme poder económico, aunque políticamente viera recortadas sus prerrogativas por el Estado monárquico, con una tendencia clara a la centralización y al absolutismo político. Es esa forma política del Estado la que explica la inexistencia de ciudades-estado o repúblicas en su territorio, como era frecuente en la península italiana y también en Alemania; al contrario, la sujeción impuesta a los municipios por los Reyes Católicos a finales del s. XV, y luego acentuada tras el aplastamiento de la revuelta de las Comunidades de Castilla (1519-1521), tuvo como consecuencia una escasa iniciativa cultural y artística por parte de las ciudades. Todo esto explica que el renacimiento español quede circunscrito a los dictados de la Corte, la Iglesia Católica y la Nobleza, que serán las instituciones y personas que impulsen el desarrollo del arte y, por tanto, la función que éste desempeñará. Este hecho supone una clara diferencia respecto al Renacimiento en el resto de Europa, donde la burguesía y, en conjunto, la sociedad civil impulsan el desarrollo de las artes.
En España hay que subrayar de modo especial la continuidad Edad Media-Renacimiento, por la pervivencia de formas de poder, propiedad y mentalidad medievales en los siglos XV y XVI. Esta pervivencia la constataremos en la evolución de las formas artísticas, dada la efectiva pervivencia de las formas góticas y mudéjares (medievales), combinadas con las nuevas formas italianas (renacentistas), cuya entrada se ve facilitada por la intensa relación de los puertos mediterráneos españoles con Italia a lo largo de la Baja Edad Media, y al intercambio de materiales y de artistas entre los distintos estados italianos y los territorios de la Monarquía Hispánica.
LA ARQUITECTURA
Evolución estilística
La introducción de las formas renacentistas coincide con el momento en que se produce la Unión Dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón con el matrimonio de los Reyes Católicos, germen de la unión política de España. Es el momento en que, además se inicia, el ascenso del poder e influencia de esta Monarquía Hispánica en Europa. El descubrimiento de América y la toma de Granada (1492) son contemporáneos del inicio de las obras del Colegio de Santa Cruz de Valladolid, donde por primera vez se utilizan motivos decorativos a la italiana. El auge extraordinario que el último gótico tuvo en la península ( que por su riqueza sirve bien a esta poderosa monarquía, con tan fuerte componente flamenco-borgoñón), la tradición mudéjar (que consigue en la arquitectura civil edificios útiles, cómodos y baratos con los tradicionales materiales del ladrillo, la madera y el yeso) y la inercia técnica de los arquitectos y albañiles, acostumbrados a la labra de la piedra a la manera gótica, suponen un considerable freno a la plena aceptación de las formas y sistemas renacentistas.
Lo primero que se conocerá en España serán los repertorios decorativos, la labor de “candelieri” y “grutescos”, “trofeos”, etc. que se difunden fácilmente a través del grabado y que pueden ser aplicados a edificios estructuralmente góticos. La moda de lo italiano comienza pronto, pero se limita a los aspectos decorativos externos, ayudada también por la posibilidad de importar de Italia piezas sueltas decoradas (jambas de puertas, chimeneas, fustes y capiteles de columna, altares, sepulcros, etc.), que poco a poco se van incorporando al gusto de los poderosos. Será, pues, la arquitectura la primera de las artes en verse afectada por las novedades renacentistas.
El Plateresco
El primer tercio del siglo XVI lo llena el estilo llamado “Plateresco” (término acuñado por Ortíz de Zúñiga en el s. XVII, al comparar lo menudo y rico de la decoración de este período con la labor de los orfebres y plateros). En estos primeros momentos lo meramente decorativo predominará sobre lo constructivo, aunque poco a poco se irán abriendo paso las nuevas estructuras arquitectónicas.
Los rasgos que permiten identificar este estilo, todavía muy influido por planteamientos medievales, son:
· Es frecuente que los paramentos exteriores de los muros estén almohadillados.
· Se emplea la columna abalaustrada, que pronto adquiere gran difusión, rematada con capiteles corintios o compuestos, decorados de modo fantástico. El fuste de esta columna consta de una parte superior terminada en su base en forma bulbosa y revestida de hojas, que por su semejanza con la flor del granado se llama balaustre.
· Se emplean pilastras recubiertas con abundante decoración de “grutescos” (figuras animales acabadas en formas vegetales).
· Se emplea el arco de medio punto, aunque con frecuencia se recurre al arco carpanel de tradición gótica.
· En las enjutas de los arcos y en los frisos se emplean con frecuencia medallones con cabezas clásicas o de fantasía. En esos mismos lugares se pueden colocar emblemas heráldicos.
· En cuanto a las cubiertas, se siguen empleando las bóvedas de crucería, pero las naves se decoran con rosetas clásicas, florones o medallones. También podemos encontrar bóvedas de cañón con casetones.
· Los edificios se rematan, con frecuencia, con cresterías y candelabros que equivalen, con motivos italianos, a las siluetas erizadas y caladas de los edificios góticos.
· En general, las proporciones no son en modo alguno clásicas; algunos elementos arquitectónicos se emplean con mucha libertad (columnas, entablamentos….), como si fuesen baquetones góticos, doblándose, ciñéndose a los arcos, etc.
· En general, la decoración recubre por entero las superficies, creando una imagen como de bordado, cuyo antecedente en España hay que buscarlo en la decoración mudéjar. De hecho, en algunos lugares se produce una síntesis entre el estilo mudéjar y lo renacentistas, el llamado estilo cisneros.
Las obras arquitectónicas más significativas de este período son:
· El colegio de Santa Cruz, de Valladolid, de Lorenzo Vázquez.
· La Puerta de la Pellejería de la Catedral de Burgos, de Francisco de Colonia.
· La Escalera Dorada de la Catedral de Burgos, de Diego de Siloé.
· La Iglesia de Santa Engracia de Zaragoza, de los Morlanes.
· La Portada de la Universidad de Salamanca, de autor desconocido.
· La Casa de las conchas de Salamanca.
· La Iglesia de San Esteban de Salamanca, de Juan de Álava.
· La Fachada de la Universidad de Alcalá de Henares, de Rodrigo Gil de Hontañón.
· El Palacio de Monterey en Burgos, de Rodrigo Gil de Hontañón.
Clasicismo Renacentista o Purista El Renacimiento no se agota con las formas platerescas, otra corriente estará mucho más atenta a las pautas constructivas que caracterizan la arquitectura italiana de la época. Lo espacial y constructivo prevalecerá sobre lo decorativo. Un tratado de arquitectura del español Diego Sagredo, publicado en 1526, constituye la primera divulgación de los planteamientos renacentistas publicada fuera de Italia. En 1527 Pedro Machuca inicia en La Alhambra de Granada las obras del Palacio de Carlos V, el más clasicista de los edificios renacentistas españoles.
Para que no se olvide la efectiva simultaneidad de las dos corrientes señaladas, baste recordar que la mayoría de los arquitectos a quienes llamamos romanistas o clasicistas, también realizan obras platerescas e, incluso, llegan a mezclar ambas opciones artísticas. Tal es el caso de Rodrigo Gil de Hontañón o de Alonso de Covarrubias. Diego de Siloé, artífice de obras platerescas, también destaca por su intervención en la Catedral de Granada, de cuya construcción se hace cargo en 1528, abandonando los planteamientos góticos que Egas había comenzado e imponiendo la columna clásica, convirtiendo la Capilla Mayor en circular y coronándola con una cúpula, cuando lo tradicional hubiera sido situarla en el crucero. Sus obras son muy numerosas destacando la Catedral de Guadix, la de Málaga, la Iglesia de San Jerónimo también en Granada, etc.
Por último, destacaremos a Andrés de Vandelvira (1509-1575), que continúa los postulados de Diego de Siloé. En su obra sobresalen: la Iglesia del Salvador, el Hospital de Santiago, ambos en Úbeda, y la Catedral de Baeza. Su obra más importante es la Catedral de Jaén (1540) donde ensaya las cúpulas vaídas. La decoración en sus obras está constituida básicamente por los elementos arquitectónicos.
El Bajo Renacimiento: el estilo Herreriano. En España esta etapa se corresponde con el último tercio del siglo XVI, y llena el reinado de Felipe II. El Monasterio de San Lorenzo del Escorial, cuya construcción se inició en 1563 en memoria de la victoria española en la batalla de San Quintín, siendo concluido veinte años más tarde, es la obra más importante y representativa de este período. Esta obra y su autor dan nombre a un estilo, Escurialense o Herreriano, muy influido por la pureza de formas y la sobriedad decorativa de las obras de Bramante y de Miguel ángel, que se caracterizará por:
· La solidez de las estructuras arquitectónicas, ahora ya totalmente clásicas.
· Carencia absoluta de decoración, salvo la ornamentación que presten los propios elementos constructivos.
· La belleza del edificio se basa en la sólida monumentalidad del conjunto y en la correcta utilización de los prinipios y órdenes clásicos, con marcada preferencia por los más sobrios (dórico, toscano…). Este ideal conceptual y constructivo se relaciona con el austero paisaje castellano donde se asienta la obra y el ambiente espiritual para el que fue concebido, imbuido también de la austeridad de la vida monástica.
· En este estilo la gracia del Plateresco Purista es sustituida por la sobriedad de la lógica arquitectónica, llegando a alcanzar un sentido abstracto, puramente intelectual, de la proporción y de la medida, que dan al edificio un carácter simbólico.
La obra del monasterio fue iniciada por Juan Bautista de Toledo, arquitecto formado en Italia y que trabajó como aparejador en las obras de San Pedro del Vaticano a las órdenes de Miguel Ángel. El edificio había de ser, al mismo tiempo, palacio, iglesia, monasterio y mausoleo-enterramiento real. Su muerte a poco de iniciadas las obras, permitirá que su ayudante Juan de Herrera (1530-1597), sea el arquitecto encargado por Felipe II para la construcción del edificio, que será concluido en 1583. Modificó el proyecto de su antecesor; eliminó hasta seis torres en su afán de eliminar cualquier síntoma de profusión decorativa; elevó la fachada de poniente a la misma altura que las tres restantes, y como quiera que la iglesia, que se sitúa en el núcleo central del edificio, quedaba sin suficiente visión, añadió a dicha fachada una portada que no tiene relación directa con la iglesia. Juan de Herrera no sólo ejercerá un fuerte influjo estilístico en esta época sino un verdadero control artístico durante el reinado de Felipe II.
Análisis de la obra
La Planta del monasterio
La planta es un rectángulo de 207 metros por 61 metros. Es un ejemplo de geometría y claridad, con un eje central en torno al cual se disponen todas las estancias. Es un gran rectángulo del que sólo sobresale la zona destinada a los aposentos reales.
La Basílica o iglesia-Mausoleo se sitúa en el eje este-oeste. Presenta planta de cruz griega, típica del Cinquecento italiano, sobre la que se levanta una gran cúpula según el esquema de la de Miguel Ángel para San Pedro del Vaticano. Los brazos se cubren con bóvedas de cañón. El presbiterio está elevado con la doble finalidad de ser más visible albergar bajo su altar el panteón real. A ambos lados del templo, y casi simétricamente, se organizan los patios y demás dependencias de un sistema reticular que se equilibra perfectamente en torno a la cúpula. Esta disposición del plano recuerda la parrilla, instrumento de martirio de San Lorenzo.
Alzado del edificio
El nuevo estilo presidido por el cálculo y la simetría, es enemigo de toda exageración decorativa. La simétrica desnudez del alzado concuerda con la armonía geométrica de la planta. Es una obra de grandes proporciones, cuadrado, con una torre en cada ángulo. Despreocupado de toda ornamentación, Juan de Herrera concentra su habilidad en lograr la armonía de proporciones entre la superficie y la altura, entre las líneas verticales y las horizontales, entre el espacio vacío y los bloques de granito (material con el que se construye el monasterio). En este “inexorable cuadrilátero de piedra”, la fachada es un colosal muro de granito desnudo y sin más ornamentación que las sencillas ventanas. Esta austeridad sólo se suaviza ligeramente en la entrada principal, donde ocho columnas dóricas adosadas sostienen el pequeño cuerpo central, algo más alto, en el que se sitúa la imagen de San Lorenzo, rematándose éste con un frontón clásico. Las torres angulares, de 55 metros de altura, están rematadas con chapiteles de pizarra, típicos en la arquitectura de esta etapa. La cúpula y los campanarios sobresalen de la gran masa pétrea, pero sin distraer su pureza arquitectónica.
En torno al edificio hay una amplia explanada que permite su contemplación, acentuando al mismo tiempo su solidez y monumental austeridad.
Toda la decoración, muy escasa, que campea en los vanos o pináculos se reduce a motivos geométricos puros como pirámides, esferas, cubos, etc. Este simbolismo geométrico, de naturaleza hermética, hay que interpretarlo en clave matemática.
El conjunto, símbolo del Estado Universal de Felipe II, el Imperio donde no se ponía el sol, acusa frialdad y un desmesurado racionalismo. La severidad decorativa del monasterio inaugura el estilo herreriano, ligado al espíritu de la Contrarreforma Católica, encarnado en la figura austera del monarca.
Detalle del Patio de los Reyes
Este patio precede a la Iglesia. En la fachada utiliza el orden dórico por su simplicidad, claridad y geometría. Renuncia a todo ornamento vegetal o animal, tan sólo algunas figuras que representan a los reyes de Judá. Las proporciones de los elementos constructivos son la base de la belleza de esta fachada. Hay que remontarse a los antiguos templos dóricos para encontrar tanta sobriedad y clasicismo. Herrera se muestra más frío que los propios Bramante y Miguel Ángel, quienes dentro de su clasicismo gustan de romper el orden geométrico con algún brochazo de fantasía, libertad que nunca se permitió Herrera.
Otros proyectos de Juan de Herrera
De menor envergadura es su proyecto para la Catedral de Valladolid (1585). De planta cuadrada y concebida con dos torres muy grandes a los pies y otras más sencillas en la cabecera, según los modelos de Bramante para San Pedro. Su discípulo Juan de Nates construyó en el más puro estilo herreriano la iglesia de Las Angustias de Valladolid.
La PPT:
2/21/2020
EL MANIERISMO Y LA ESCUELA VENECIANA
EL MANIERISMO EN PINTURA
Una grave crisis se produce en el arte europeo. Por una parte el ambiente de optimismo, equilibrio y confianza del humanismo se ve amenaza por los problemas económicos, políticos y religiosos. Por otra, la presencia de los grandes maestros parecen cerrar a los jóvenes las posibilidades de creación independiente, limitándose a la imitación del estilo, la " manera" de lo grandes maestros. Esto crea una actitud extraña y nueva que se tradujo en la ruptura del espacio renacentista con composiciones inesperadas, uso arbitrario del color o la deformación de la realidad.
Roma pierde su papel rector que será detentado por Florencia,Venecia y Parma. En esta última destaca:
• Parmiggianino: Enteramente inmerso en el manierismo, alarga las formas de manera desmesurada y llena sus obras de elegancia cortesana y de un colorido exquisito. La Madonna del cuello largo.
Venecia consigue en el siglo XVI mantener su esplendor al margen del crispado Manierismo del resto de Italia. Destaca su interés por el color que prevalece sobre el dibujo y la importancia de los temas secundarios, lo anecdótico, el detalle, también por los grandes escenarios y las vestimentas de gran lujo.
Roma pierde su papel rector que será detentado por Florencia,Venecia y Parma. En esta última destaca:
• Parmiggianino: Enteramente inmerso en el manierismo, alarga las formas de manera desmesurada y llena sus obras de elegancia cortesana y de un colorido exquisito. La Madonna del cuello largo.
Venecia consigue en el siglo XVI mantener su esplendor al margen del crispado Manierismo del resto de Italia. Destaca su interés por el color que prevalece sobre el dibujo y la importancia de los temas secundarios, lo anecdótico, el detalle, también por los grandes escenarios y las vestimentas de gran lujo.
• Giorgione: Detallista y minucioso, usa la técnica del esfumato. Destacan sus paisajes aterciopelados como La Tempestad.
• Tiziano: Es un gran retratista y el maestro de las formas blandas y redondas con predilección de los desnudos femeninos (Venus de Urbino). Sus temas son religiosos, paganos y mitológicos. Como retratista crea un tipo de retrato solemne y opulento, donde destacan la profundidad sicológica con la importancia concedida al escenario y al traje (Carlos V, Felipe II ).
Un video que disecciona la técnica de Tiziano al compás de la copia de una de sus obras más conocidas: La bacanal de los andrios.
• Veronés: Es el gran decorador de la pintura veneciana. Gran colorista que prefiere la gama fría y clara ( gris plata, azules, amarillos), en lugar de los tonos cálidos de Tiziano. Crea sus grandes composiciones en escenarios arquitectónicos de enormes dimensiones, adelantándose así a la escenografía barrocas. Entre sus obras destaca: Cristo entre los doctores.
• Tintoretto: Rompió la característica serenidad de la pintura veneciana. Sus obras están dominadas por figuras en violentos escorzos y acusados contrastes de luz que les dan profundidad. Entre sus obras destaca: El Lavatorio.
LA PINTURA DE LA ESCUELA VENECIANA
2/20/2020
LA ÚLTIMA CENA DE LEONARDO DA VINCI
La última Cena" de Leonardo Da Vinci es un fresco de 4,60 x 8,80 metros pintado entre 1495 y 1498, en la pared del refectorio de la iglesia de Santa Maria delle Grazie (Milán), elegida por el duque Lodovico como capilla y mausoleo de familia, y cuyo tribuna y presbiterio había hecho renovar por Bramante en 1492.
LA COMPOSICIÓN
EL TEMA REPRESENTADO
Con respecto a las suposiciones que Dan Brown hace en su novela El Código da Vinci, la crítica de arte Elizabeth Levy nos comenta en un artículo suyo aparecido en www.zenit.org: «Brown aprovecha el rostro de suaves rasgos y la figura de un Juan imberbe del cuadro de Leonardo para presentarnos su fantástica afirmación de que se trata de una mujer. Por otra parte, si realmente San Juan fuera Mana Magdalena, hemos de preguntamos por el apóstol que falta en aquel crítico momento. El problema real es el resultado de nuestra falta de familiaridad con los "tipos". En su Tratado de la Pintura, Leonardo explica que cada personaje debe ser pintado con arreglo a su edad y condición. Un hombre sabio tiene ciertas características, una anciana otras y los niños otras. Un tipo clásico, como en muchos cuadros del Renacimiento, es el "estudiante". El favorito, el protegido o el discípulo son siempre hombres muy jóvenes, totalmente afeitados y de cabello largo, con objeto de transmitir la idea de que aún no han madurado lo suficiente como para haber encontrado' su camino. A lo largo del Renacimiento, los artistas pintaron así a San Juan: es el estudiante ideal; es el "discípulo amado", el único que permanecerá al pie de la cruz. Y lo representaron siempre como un joven imberbe, sin la fisonomía dura y resuelta del hombre. La Última Cena de Ghirlandaio o de Andrea del Castagno nos muestran al mismo dulce y joven Juan».En cuanto a las teorías de Dan Brown en El Código da Vinci, en torno a la mano que sostiene una daga, el crítico de arte Bruce Boucher en The New York Times nos dice: «... pero no es una mano sin cuerpo. El dibujo preliminar y las copias posteriores de La Última Cena demuestran que la mano y el cuchillo pertenecen a Pedro: una referencia al pasaje del Evangelio de San Juan en el que Pedro saca la espada en defensa de Jesús».
Fuente: WIKIPEDIA.
Técnicamente no se puede afirmar que sea un fresco, ya que este sistema le parecía a Leonardo muy precipitado. Esto le llevó a pintar con óleo sobre el yeso seco, técnica experimental que provocaría un rapidísimo deterioro de La Última cena, provocando numerosas restauraciones.Varias inundaciones acaecidas en Milán contribuyeron al deterioro de la obra. La incorporación de una puerta en la sala en 1652, cercenó los pies de varios personajes del mural.En 1797 un ejercito francés utilizó la sala como establo deteriorando la obra aún más. En 1943 los bombardeos aliados pusieron su grano de arena en el progresivo deterioro de la obra. En 1977 se inició un programa de restauración y conservación que mejoró en gran medida el mural. No obstante gran parte de la superficie original se ha perdido.
LA COMPOSICIÓN
Usando la horizontalidad teatral pinta una gran mesa cuadrada, los apóstoles sentados alineados a ella con Jesucristo en el medio y detrás una sala grande con ventanas al exterior, viéndose un paisaje montañoso en ellas; todo bajo un techo de vigas de madera. Todo ello elaborado con formas cuadradas (las ventanas, la mesa, la caída del mantel en la mesa, el techo, los varales rectangulares).
Leonardo ilumina la escena con luz artificial a su conveniencia también; prescinde de la iluminación natural que suministrarían las ventanas traseras y solo la usa para difusamente aureolar la cabeza de Cristo durante este momento que anuncia la traición de Judas, para dar un contraluz. La visión desde las ventanas aporta perspectiva y una visión hasta la lejanía por el paisaje que desde ellas se aprecia.
Leonardo ilumina la escena con luz artificial a su conveniencia también; prescinde de la iluminación natural que suministrarían las ventanas traseras y solo la usa para difusamente aureolar la cabeza de Cristo durante este momento que anuncia la traición de Judas, para dar un contraluz. La visión desde las ventanas aporta perspectiva y una visión hasta la lejanía por el paisaje que desde ellas se aprecia.
EL TEMA REPRESENTADO
La pintura refleja el momento de la última cena en el que Jesús anuncia que entre los discípulos hay un traidor. Se forman cuatro grupos de tres personajes donde cada uno plasma una emoción humana: estupor, ira, miedo... Es sabido que Leonardo utilizó personas reales como modelos para los personajes del mural. Incluso se retrató a sí mismo el segundo empezando por la izquierda como se puede ver en la imagen. Esto es lo que cuenta Mateo Bandello, novicio del convento sobre la ejecución de La Última Cena:"Llegaba bastante temprano, se subía al andamio y se ponía a trabajar. A veces permanecía sin soltar el pincel desde el alba hasta la caída de la tarde, pintando sin cesar y olvidándose de comer y beber. Otras veces no tocaba el pincel durante dos, tres o cuatro días, pero se pasaba varias horas delante de la obra, con los brazos cruzados, examinando y sopesando en silencio las figuras. También recuerdo que en cierta ocasión, a mediodía, cuando el sol estaba en su cenit, abandonó con premura la Corte Vecchia, donde estaba trabajando en su soberbio caballo de barro, y, sin cuidarse de buscar la sombra, vino directamente a Santa Maria delle Grazie, se encaramó al andamio, cogió el pincel, dio una o dos pinceladas y se fue".
LA ÚLTIMA CENA Y EL CÓDIGO DA VINCI
Con respecto a las suposiciones que Dan Brown hace en su novela El Código da Vinci, la crítica de arte Elizabeth Levy nos comenta en un artículo suyo aparecido en www.zenit.org: «Brown aprovecha el rostro de suaves rasgos y la figura de un Juan imberbe del cuadro de Leonardo para presentarnos su fantástica afirmación de que se trata de una mujer. Por otra parte, si realmente San Juan fuera Mana Magdalena, hemos de preguntamos por el apóstol que falta en aquel crítico momento. El problema real es el resultado de nuestra falta de familiaridad con los "tipos". En su Tratado de la Pintura, Leonardo explica que cada personaje debe ser pintado con arreglo a su edad y condición. Un hombre sabio tiene ciertas características, una anciana otras y los niños otras. Un tipo clásico, como en muchos cuadros del Renacimiento, es el "estudiante". El favorito, el protegido o el discípulo son siempre hombres muy jóvenes, totalmente afeitados y de cabello largo, con objeto de transmitir la idea de que aún no han madurado lo suficiente como para haber encontrado' su camino. A lo largo del Renacimiento, los artistas pintaron así a San Juan: es el estudiante ideal; es el "discípulo amado", el único que permanecerá al pie de la cruz. Y lo representaron siempre como un joven imberbe, sin la fisonomía dura y resuelta del hombre. La Última Cena de Ghirlandaio o de Andrea del Castagno nos muestran al mismo dulce y joven Juan».En cuanto a las teorías de Dan Brown en El Código da Vinci, en torno a la mano que sostiene una daga, el crítico de arte Bruce Boucher en The New York Times nos dice: «... pero no es una mano sin cuerpo. El dibujo preliminar y las copias posteriores de La Última Cena demuestran que la mano y el cuchillo pertenecen a Pedro: una referencia al pasaje del Evangelio de San Juan en el que Pedro saca la espada en defensa de Jesús».
Fuente: WIKIPEDIA.
LA ESCUELA DE ATENAS DE RAFAEL
Stanza della Segnatura, Vaticano.
Se escenifica la verdad razonada en la escuela de filósofos atenienses que Rafael imaginó en medio de un marco arquitectónico inspirado en el proyecto de Bramante para la basílica de San Pedro, con una profundidad y perspectivas asombrosas, que logra pintando arcos sostenidos sobre columnas (por aquello de que la verdad necesita apoyo), dando lugar en medio a un gran pasillo-galería por donde Platón (el famoso filósofo) pasea (con el rostro de Leonardo da Vinci; conocido de Rafael cuando vivió en Florencia) junto a Aristóteles (famoso filósofo también) con su libro de Ética bajo el brazo. El artista plasma los rasgos de los pintores-escultores de su tiempo personificando a los grandes filósofos.
Toda la composición del fresco converge en el centro por donde pasean Platón y Aristóteles discutiendo acerca de filosofía. Hasta los peldaños y la arquitectura de los arcos del pasillo hacen que la mirada y la atención se centren plenamente en las figuras de ambos filósofos. Rafael llenó el cuadro de los famosos filósofos griegos (y algunos no griegos) de todas las épocas, entre ellos: Heráclito sentado solo en el suelo en primera plana del cuadro, con el codo apoyado en un bloque de mármol escribiendo (con los rasgos faciales de Miguel Ángel), Diógenes (calvo y con túnica azul claro) a la derecha de Heráclito leyendo un papel, y totalmente a la derecha, siempre en primera plana tambien, está Euclides (con la cara de Bramante) trazando con un compás una figura geométrica ante la atenta mirada de sus discípulos, Jenofonte, Esquines (o Alcibíades), Zenón, Epicuro, Zaratustra, Ptolomeo... y hasta pintó un autoretrato de relleno en el cuadro.
En los frescos de la Estancia de la Signatura del Vaticano es donde el arte de componer de Rafael alcanza su verdadera madurez y en esta estancia La Escuela de Atenas es uno de los conjuntos más grandiosos de la pintura renacentista. Para la perspectiva se inspira en Leonardo y los personajes recuerdan a Miguel Ángel que en estas fechas pintaba la Capilla Sixtina, pero la admirable composición de las figuras es el arte propio de Rafael. La arquitectura renacentista del fresco traspone las estructuras que Bramante tenía pensadas para la Basílica de San Pedro. Unos gruesos muros reciben la enorme bóveda que enmarca las figuras de filósofos y sabios de la Grecia clásica. En el centro Platón, con el Timeo, señalando el cielo, y Aristóteles, con la Ética, presiden un gran número de personajes. Colocada esta escena en la pared de enfrente a La Disputa del Sacramento, que exalta la verdad revelada, La Escuela de Atenas celebra la investigación racional de la verdad.Platón y Aristóteles están en el centro ideal de la perspectiva de toda la composición encuadrados en el fondo del cielo por el último arco. A la izquierda Sócrates conversando con Alejandro Magno, armado. La configuración de la arquitectura del templo de la sabiduría, con los nichos de Apolo y Palas Atenea, como espacio renacentista y la representación de los sabios de la antigüedad como hombres contemporáneos de Rafael subrayan esta idea de continuidad entre el presente y el mundo antiguo (Leonardo representa a Platón, Bramante a Euclides, Miguel Ángel a Heráclito y el mismo Rafael se retrata a la derecha). Son muchos más los personajes clásicos representados en la obra, entre los que cabe destacar a Epicuro y Pitágoras, situados a la izquierda.
Rafael expresa también en esta obra la concepción propiamente renacentista de la obra artística entendida como discurso mental, no sólo traducido de forma visible, sino también como búsqueda de la "idea". Se ha querido ver en esta pintura una representación de las siete artes liberales. En el primer plano, a la izquierda: Gramática, Aritmética y Música, a la derecha: Geometría y Astronomía y en lo alto de la escalinata Retórica y Dialéctica. En definitiva una continuidad entre el conjunto del saber antiguo y moderno teniendo como protagonista al hombre.
LOS FRESCOS DE LA CAPILLA SIXTINA. EL JUICIO FINAL.
EL JUICIO FINAL.
FRESCO FRONTAL DE LA CAPILLA SIXTINA.
MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI (1535-1541)
Parece bastante acertado considerar que el encargo del Juicio Final se gestara a mediados del año 1533 cuando Clemente VII encargaría a Miguel Ángel la ejecución de dos frescos en las paredes frontales de la Capilla Sixtina representando el Juicio, en la pared de la capilla donde se encuentra el altar, y la Resurrección, en la pared de enfrente. El fallecimiento de Clemente VII en septiembre de 1534 provocaría un ligero abandono del proyecto que sería recuperado por su sucesor, Paulo III. El 16 de abril de 1535 se empezó a levantar el andamiaje y en enero de 1537 se iniciaba la decoración pictórica siendo descubierta de manera oficial el 31 de octubre de 1541. Desconocemos la razón por la que no se ejecutó la Resurrección, considerándose que podría deberse a la preferencia del pontífice por la decoración de la Capilla Paulina y la finalización del diseño definitivo para la tumba de Julio II ya que los herederos del Papa estaban exigiendo la mayor rapidez al artista, eximiéndole el propio Paulo III de diversas obligaciones.
El fresco es de enormes dimensiones - 13.70 x 12.20 metros - e incluye casi cuatrocientas figuras de las que se han identificado aproximadamente unas 50. La zona superior de la composición, ocupando más de la mitad de la pared, está ocupada por el mundo celestial presidido por el Cristo juez en el centro de la escena, inicialmente desnudo y en una postura tremendamente escorzada, levantando el brazo derecho en señal de impartir justicia y cierto temor a los resucitados. A su lado hallamos a la Virgen María, rodeadas ambas figuras por un conjunto de santos, apóstoles y patriarcas que constituyen el primer grupo circular. A ambos lados de este grupo central encontramos a diferentes mártires, vírgenes, bienaventurados y Confesores de la Iglesia, formando una segunda corona. En los lunetos superiores aparecen dos grupos de ángeles portando los símbolos de la Pasión: la corona de espinas, la cruz y la columna, ofreciéndonos las más variadas y escorzadas posturas, reforzando la sensación general de movimiento del trabajo. Buonarroti quiso representar de esta manera la salvación de la humanidad a través de la llegada de Cristo en la parte más elevada de la pared. A los pies de Cristo se sitúan dos santos que ocupan un lugar privilegiado: San Lorenzo, portando la parrilla que le simboliza, y San Bartolomé con una piel que alude a su martirio, apreciándose en su rostro un autorretrato del pintor.
En la zona intermedia podemos encontrar tres grupos; en la izquierda a los juzgados que ascienden al Cielo mientras que en la parte contraria se ubican los condenados que caen al Infierno, ocupando los ángeles trompeteros el centro para despertar a los muertos de la zona inferior que se desarrolla en el espacio izquierdo de este último tramo. En la zona inferior derecha hallamos el traslado de los muertos en la barca de Caronte ante el juez infernal Minos - la figura de la esquina con serpientes enrolladas alrededor de su cuerpo - y la boca de Leviatán. La escena se desarrolla sin ninguna referencia arquitectónica ni elemento de referencia, emergiendo las figuras de un azulado cielo donde flotan con una energía y seguridad difícilmente igualable.
Son numerosas las referencias y fuentes en las que Miguel Ángel se inspiró según aluden los especialistas. Estatuas clásicas, figuras ya utilizadas en el cartón de la Batalla de Cascina, los frescos de Luca Signorelli en la catedral de Orvieto e incluso El Bosco. En el aspecto literario parece seguro el empleo de tres fuentes: la "Divina Comedia" de Dante, la bíblica Visión de Ezequiel y el Apocalipsis de San Juan.
El descubrimiento del fresco provocó inmediatas reacciones de aspecto moral; el cronista de ceremonias pontificio Baggio da Cesena ya lo criticó antes de su inauguración oficial, seguido por Pietro Aretino y los asistentes al Concilio de Trento que no podían permitir los desnudos de la obra ante las acusaciones de paganismo que lanzaban los reformistas. Este aluvión de críticas motivará que en la reunión de la Congregación del Concilio del 21 de enero de 1564 se ordenara el cubrimiento de toda "la parte obscena" encargando la ejecución a Danielle Ricciarelli da Volterra llamado desde ese momento el "Braghettone".
Se registrarían nuevas intervenciones a lo largo del siglo XVI, XVIII y XIX que junto al humo de las velas motivaría la suciedad del conjunto de frescos de la Capilla. En 1964 se inició un programa de restauración de todas las obras que finalizó en 1994 con el descubrimiento del Juicio Final enteramente restaurado; dirigida por Gianluigi Colalucci, la restauración se ha realizado con una mezcla solvente compuesta por bicarbonatos de sodio y amonio, carboximelcelulosa y un fungicida diluido en agua destilada. Con agua destilada se lavaba la zona a trabajar y se aplicaba la solución durante unos 3-4 minutos, lavando cuidadosamente la superficie tratada y dejando descansar un mínimo de 24 horas, realizando una segunda aplicación durante otros 3-4 minutos para lavar definitivamente con agua destilada. De esta manera se ha descubierto la importancia del color en la pintura de Miguel Ángel, compaginándose con la fuerza escultórica de sus personajes. La manera de ejecutar el trabajo restaurador fue igual que de originalmente, de pie, lo que motivaría que Buonarroti escribiera a un amigo: "Estoy doblado tensamente como un arco sirio".En el Juicio Final se recoge toda la fuerza de la "terribilità" típicamente miguelangelesca al mostrar la intensidad de un momento de manera excepcional, produciendo en el espectador cierto "temor religioso" alejado de la delicadeza de las imágenes de Rafael.
Las figuras se retuercen sobre si mismas, manifestando acentuados escorzos que anticipan el Manierismo y el Barroco, creándose una increíble sensación de movimiento unificado a pesar de la ausencia de perspectiva tradicional disponiendo las figuras en diferentes planos pero sin crear el efecto de fuga. De esta manera se refuerza la tensión y el dramatismo del momento pintado por el maestro, creando una especie de remolino intenso que provoca cierta inestabilidad irreal. Los personajes exhiben el interés de Buonarroti por la anatomía escultórica, destacando sus amplias y musculosas anatomías inspiradas en el mundo clásico. El colorido brillante sintoniza con la bóveda a pesar de abundar las carnaciones de los cuerpos desnudos que permiten contemplar sus músculos en tensión, sin olvidar hacer alusión a la expresividad de los rostros recogiendo en sus gestos el destino que les ha tocado tras el último juicio. Cuando el espectador penetra en la Sixtina y contempla esta obra maestra siente ante sus ojos la intensidad emocional del momento como sólo Miguel Ángel podría interpretarlo.
LAS ESTANCIAS DEL VATICANO, LA OBRA MAESTRA DE RAFAEL SANZIO
Rafael de Sanzio fue uno de los grandes artistas del Renacimiento del siglo XVI. Nació en Urbino, donde, aunque se desconoce su etapa de formación, conoció las obras de Ucello, Signorelli y Melozzo da Forlí, entre otros artistas. Pero, sin duda, el que más le va a influir en su estilo fue Perugino. Trabajó durante cuatro años en Florencia, estudiando las obras de los dos grandes maestros del momento, Leonardo y Miguel Ángel y, por recomendación de Bramante, pasó a trabajar en Roma, donde residió hasta su muerte.
Es en Roma donde recibe el encargo de la decoración de las estancias que el Papa Julio II preparaba como parte de sus habitaciones, estancias que hoy se denominan “de Rafael”, tres cámaras casi cuadradas cuyo techo se cubre con bóvedas de arista. Uno de los murales pintados en la Camara de la Signatura del Palacio Vaticano, es la obra que nos ocupa, “La Escuela de Atenas”, situada enfrente de otra obra suya, “La Disputa del Santísimo Sacramento”, resumiendo así su idea de reunir la filosofía natural, la ateniense, con la teología revelada, la ciencia y las artes, todo bajo la suprema protección de la Iglesia.
En “La Escuela de Atenas” aparece representada una soberbia arquitectura en construcción (se dice que se corresponde con la Basílica de San Pedro de Bramante) en la que se reúnen una serie de personajes que charlan, pasean, dibujan, leen, etc. Se trata de una alegoría de la investigación racional de la verdad. En el centro de la composición, Platón, anciano de barba blanca, llevando el “Timeo”, con una de sus manos señalando al cielo, al mundo de las Ideas, como pura expresión del idealismo filosófico, que va acompañado de Aristóteles, más joven, de figura arrogante, cubierto con manto azul, que lleva un tomo de su obra “Ética”, cuya mano mira hacia el suelo, marcando lo palpable, lo visible. A la izquierda hay otro grupo de filósofos reunidos con Sócrates, que marca silogismos con los dedos ante un grupo de jóvenes, entre los que se distingue uno que lleva casco y va armado, lo que se ha interpretado como una representación de Alejandro Magno. Más abajo, otro anciano, tal vez Pitágoras escribe números sobre un grueso libro, mientras un joven le ayuda sosteniendo ante él una tabla. Justo delante Heráclito aparece reflexionando sentado mientras escribe (podría tratarse de una representación del atormentado genio Miguel Ángel). A la derecha, otro filósofo, Arquímedes, o tal vez Euclides, explica marcando con un compás la figura, y cuenta en su grupo con un joven en el que reproduce el retrato del propio Rafael, que mira al espectador consciente de la naturaleza de la mirada inquisitiva de éste. Los demás personajes no se pueden identificar, aunque se supone que es Ptolomeo una figura que parece un rey con corona y que porta en la mano una esfera. Hay otras figuras que representan a jóvenes de una belleza idealizada, como es habitual en esta época. Todos ellos se mueven con naturalidad dentro de lo que, alegóricamente, podemos considerar como el "templo de la filosofía".
Rafael tomó como modelos para representar a estos personajes que suponen una de las cumbres del pensamiento humano, a destacados hombres de la época a los que el admiraba profundamente. Así, Platón, se representa con la imagen de Leonardo, Euclides, con la de Bramante y Heráclito con la de Miguel Ángel. En sus gestos y actitudes es posible adivinar el carácter del personaje.
La composición, aparece dispuesta ordenada y simétricamente, realzando el saber humano y racional, motivo por el que el paisaje es substituido por una sólida y creativa obra del racionalismo humano, una arquitectura bramantesca que refleja la grandeza del hombre, digno “Hijo de Dios” y en perfecta consonancia con el humanismo renacentista. Dos grandes figuras escultóricas (pintadas) representan a Apolo y a Palas Atenea, subrayando así la continuidad entre el pasado clásico y el presente renacentista. Pese a ser un elogio de la razón, en las figuras no hay paz, ya que éstas se vuelven preguntando, indagando, buscando en todos los sentidos, puesto que se trata de la incesante búsqueda de la verdad y del progreso que han de guiar a los filósofos y sabio, siempre indagando, siempre descubriendo. Estamos, pues, ante una composición de gran dinamismo, en la que las figuras, además de los gestos y actitudes mediante los que dialogan, avanzan hacia el espectador. Los grupos de figuras se disponen en diferentes planos de profundidad: al fondo, y avanzando hacia el espectador, los personajes principales se representan en una línea horizontal, a modo de friso, y elevados pues una escalinata de mármol los separa del nivel inferior. En un plano más próximo a nosotros, dos grupos de figuras se disponen simetricamente a ambos lados, sobre un suelo de mármol de colores. Todo ha sido medido para que el resultado final sea una composición grandiosa y monumental, pero al mismo tiempo equilibrada y armoniosa.
El arco que sirve de marco a la escena contribuye a aumentar la sensación de profundidad en una perspectiva perfectamente lograda, que supone la consagración de Rafael como pintor clasicista del Renacimiento. Conoce y se deja influenciar por la pintura miguelangelesca de la Sixtina, lo que vemos en los escorzos y el tratamiento escultórico de las grandes figuras que componen la escena.
El color es vibrante y luminoso, perfectamente modulado a través de una iluminación uniforme que subraya la grandiosidad del espacio arquitectónico, en el que el cielo, a modo de bóveda, se deja ver entre los elementos arquitectónicos.
El color es vibrante y luminoso, perfectamente modulado a través de una iluminación uniforme que subraya la grandiosidad del espacio arquitectónico, en el que el cielo, a modo de bóveda, se deja ver entre los elementos arquitectónicos.
Fuente: http://arte.laguia2000.com/pintura/la-escuela-de-atenas-de-rafael (reelaborada)
2/19/2020
Los tapices de Rafael regresan a la capilla Sixtina
Los tapices de Rafael regresan a la Capilla Sixtina más de 400 años después
Los Museos Vaticanos vuelven a juntar las creaciones del genio de Urbino con las de Miguel Ángel, que siempre se opuso a que sus obras compartieran el mismo espacio
Roma
Lorena Pacho
La Capilla Sixtina lucirá durante una semana, desde ayer, tal y como fue concebida en su origen. El Juicio Final y la espectacular bóveda de Miguel Ángel y los frescos de Botticelli, Perugino y Pinturicchio estarán acompañados por los 10 tapices diseñados por Rafael para todo el perímetro inferior de la sala y que relatan la vida de los apóstoles.
Las obras, que durante siete días regresarán a su lugar original, fueron diseñadas por Rafael entre 1515 y 1516, concebidas como un gran ciclo monumental con las historias de la vida de san Pedro y san Pablo, y se tejieron en el célebre taller de Pieter van Aelst en Flandes. Entre 1519 y 1521 llegaron al Vaticano por orden del papa León X, que realizó una inversión sin precedentes para decorar la estancia en la que los cardenales eligen a un nuevo pontífice. Las piezas están tejidas con hilos dorados de seda y costaron cinco veces más de lo que finalmente se pagó a Miguel Ángel por la ornamentación de toda la Sixtina.
Estupor y admiración
Rafael, que murió de forma prematura a los 37 años, no pudo ver en vida todos los tapices en las paredes de la capilla más insigne del Palacio Apostólico. Las primeras siete obras de la serie se expusieron por primera vez el 26 de diciembre de 1519, para la celebración de la fiesta de San Esteban. El entonces maestro de ceremonias, Paris de Grassis, dejó constancia en sus diarios del “estupor y la admiración” que sintieron los presentes al ver “el lujo de la refinada manufactura y por el rico repertorio iconográfico producido por el genio de Rafael”.A partir de ese momento los tapices volvieron a ver la luz solo en contadas ocasiones y además vivieron todo tipo de desventuras. Cuando murió León X fueron subastados para pagar sus deudas. Más tarde la Santa Sede volvió a comprarlos, pero algunos fueron robados en el saqueo de Roma de 1527, hasta que sus propietarios originales los recuperaron de nuevo y los devolvieron a los muros vaticanos. En la actualidad se exponen en la sala de la pinacoteca vaticana dedicada a Rafael.
Un centenar de personas trabajó el domingo durante 13 horas para completar el delicado desmontaje y montaje de los espectaculares tapices, de cinco metros de largo y tres de ancho.
diario EL PAÍS, 17 de febrero 2020
MIGUEL ÁNGEL, EJEMPLO DEL ARTISTA TOTAL DEL RENACIMIENTO
Magnífico documental que sintetiza los aspectos esenciales de la obra escultórica, pictórica y arquitectónica del genio florentino. Si hubo un artista capaz de ejemplificar el carácter total del arte durante el Renacimiento, ese fue, sin duda, Miguel Ángel. Aunque él sólo se sentía escultor, y como tal concebía su pintura o su arquitectura (no eran sus profesiones, como solía decir con evidente pesadumbre y, quien sabe, si falsa modestia), sus aportaciones en estas artes son claves para entender la historia del arte en los siglos posteriores.
Que lo disfrutéis.
2/18/2020
ANÁLISIS DE UNA OBRA PICTÓRICA DEL CINQUECENTO Y LA ESCUELA VENECIANA
Obras de referencia de la Escuela veneciana del Renacimiento
Obras de referencia de la pintura del Cinquecento
Estimados alumnos y alumnas, aquí os dejo las dos láminas con las obras pictóricas de referencia del Renacimiento en su fase de plenitud. Elegid una (ya sea del Cinquecento de la Escuela Veneciana) y realizad la correspondiente identificación y comentario formal y estilístico. Que lo disfrutéis.
PASEO VIRTUAL POR LA CAPILLA SIXTINA
Si quieres disfrutar de un extraordinario paseo virtual por la capilla sixtina, haz clic en el siguiente enlace o sobre el título de la entrada:
http://www.vatican.va/various/cappelle/sistina_vr/index.html
Nota: Sólo tienes que mover el puntero, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, para desplazarte por el interior de la capilla; para acercarte o alejarte utiliza la rueda del ratón.
RAFAEL. LA SÍNTESIS PERFECTA DE LA PINTURA DEL ALTO RENACIMIENTO
Rafael de Urbino, el prodigio de la perfección. Miguel Ángel fue el artista total; Leonardo, el genio para quien las fronteras entre arte y ciencia eran fluidas y permeables. Rafael, también llamado "El Divino", encarna la síntesis perfecta de los dos genios más famosos del Renacimiento. Su corta vida no le impidió, sin embargo, ser autor de una fecunda obra pictórica (también fue un arquitecto de talento). Pintor de la belleza, supo representar como nadie a la mujer de su época. Leonardo y Miguel Ángel despreciaban la belleza femenina, acorde con su sublime visión del "hombre" (en sentido no universal) como creación divina y encarnación de la misma divinidad; Rafael, tan enamorado de las mujeres como de la belleza de raíz platónica, supo trascender tales limitaciones. Pero no sólo pintó bellas madonnas, también fue un profundo retratista. Sus grandes frescos para las estancias papales en el Vaticano son, sin duda, no sólo de lo mejor de su obra, sino un gran tributo al genio florentino. Rafael supo absorber lo mejor de todos ellos y convertirse, así, en la encarnación de ese momento de gloria que fueron los veinte años del Cinquecento, antes de que el saco de Roma (1527) hiciese temblar la confianza deslumbrante que en el Hombre, con mayúsculas, habían puesto los grandes maestros y filósofos del s. XV florentino.
Que disfrutéis de este hermoso documental que explora la vida y obra del genio de Urbino.
Que disfrutéis de este hermoso documental que explora la vida y obra del genio de Urbino.
2/17/2020
LA PINTURA DEL CINQUECENTO Y LA ESCUELA VENECIANA
La diapositiva contiene las obras básicas para conocer el estilo de estos grandes maestros.
UNA BREVE SÍNTESIS
Esta segunda etapa del Renacimiento tenemos que centrarla en el trabajo de los grandes maestros: Leonardo da Vinci, Rafael, Miguel Ángel y Tiziano. Estos autores podemos encuadrarlos dentro de dos escuelas o focos artísticos diferenciados, aunque todos ellos comparten algunos de los rasgos estilísticos que definen esta etapa de esplendor y clasicismo. Tiziano, uno de los gigantes de la pintura, es el máximo representante de la Escuela Veneciana; de esta escuela hay que destacar, además, a Giorgione, Paolo Veronés y Tinoreto. Los otros tres maestros tienen una personalidad tan acusada que no caben dentro de los límites de ninguna escuela, aunque podemos hablar de una escuela o foco romano por su vinculación a los proyectos papales. Paradójicamente, Leonardo sólo dejó un puñado de obras pictóricas, pues dedicó la mayor parte de su tiempo a la observación científica de los fenómenos naturales y a los inventos técnicos de dudosa aplicación en su época, además de ser un reputado ingeniero experto en fortificaciones. Realizaba continuos experimentos con pigmentos oleosos sobre yeso seco, y a ello se debe el deterioro de las pinturas murales que han llegado hasta nuestros días, como es el caso de La última cena (1495-1497, Santa Maria delle Grazie, Milán). De todos es conocida su muy reproducida Gioconda; una obra en la que Leonardo demuestra sus dotes para la pintura y, sobre todo, su revolucionario sfumato. Rafael perfeccionó los anteriores descubrimientos renacentistas en materia de color y de composición, creando tipos ideales en sus representaciones de la Virgen (Madonnas) y del Niño y en los estudios de retratos de sus coetáneos. De sus pinturas murales hay que destacar las realizadas para las estancias papales del Vaticano, auténticas obras maestras del clasicismo renacentista por su sabia síntesis de dibujo y color, recogiendo en ellas los grandes hallazgos de los maestros Leonardo y Miguel Ángel.
Miguel Ángel, el tercer pintor en esta exclusiva lista de maestros, ya nos ha mostrado sus elevadas dotes como escultor (su auténtica vocación), así como su talento como arquitecto (a pesar de las trampas de sus celosos y geniales coetáneos, Bramante y Rafael), tanto en Florencia como en Roma; ahora lo conoceremos como pintor. La Capilla Sixtina del Vaticano, en Roma, con sus frescos de la creación y la expulsión de Adán y Eva del Paraíso en la bóveda (1508-1512) y el gran mural del Juicio Final (1536-1541), dan fe del genio pictórico de Miguel Ángel. Las siguientes entradas profundizarán en la obra y estilo de este portentoso genio, un artista total.
La pintura colorista alcanzó su clímax en Venecia con las obras de Tiziano, cuyos retratos denotan un profundo conocimiento de la naturaleza humana. Entre sus obras maestras se incluyen también representaciones de temas cristianos y mitológicos, así como numerosos desnudos femeninos, famosos en su género. A él también dedicaremos algunas entradas posteriores.
La PPT sobre este tema:
Un esquema básico para fijar las características de esta etapa del Renacimiento italiano.
UNA BREVE SÍNTESIS
Esta segunda etapa del Renacimiento tenemos que centrarla en el trabajo de los grandes maestros: Leonardo da Vinci, Rafael, Miguel Ángel y Tiziano. Estos autores podemos encuadrarlos dentro de dos escuelas o focos artísticos diferenciados, aunque todos ellos comparten algunos de los rasgos estilísticos que definen esta etapa de esplendor y clasicismo. Tiziano, uno de los gigantes de la pintura, es el máximo representante de la Escuela Veneciana; de esta escuela hay que destacar, además, a Giorgione, Paolo Veronés y Tinoreto. Los otros tres maestros tienen una personalidad tan acusada que no caben dentro de los límites de ninguna escuela, aunque podemos hablar de una escuela o foco romano por su vinculación a los proyectos papales. Paradójicamente, Leonardo sólo dejó un puñado de obras pictóricas, pues dedicó la mayor parte de su tiempo a la observación científica de los fenómenos naturales y a los inventos técnicos de dudosa aplicación en su época, además de ser un reputado ingeniero experto en fortificaciones. Realizaba continuos experimentos con pigmentos oleosos sobre yeso seco, y a ello se debe el deterioro de las pinturas murales que han llegado hasta nuestros días, como es el caso de La última cena (1495-1497, Santa Maria delle Grazie, Milán). De todos es conocida su muy reproducida Gioconda; una obra en la que Leonardo demuestra sus dotes para la pintura y, sobre todo, su revolucionario sfumato. Rafael perfeccionó los anteriores descubrimientos renacentistas en materia de color y de composición, creando tipos ideales en sus representaciones de la Virgen (Madonnas) y del Niño y en los estudios de retratos de sus coetáneos. De sus pinturas murales hay que destacar las realizadas para las estancias papales del Vaticano, auténticas obras maestras del clasicismo renacentista por su sabia síntesis de dibujo y color, recogiendo en ellas los grandes hallazgos de los maestros Leonardo y Miguel Ángel.
Miguel Ángel, el tercer pintor en esta exclusiva lista de maestros, ya nos ha mostrado sus elevadas dotes como escultor (su auténtica vocación), así como su talento como arquitecto (a pesar de las trampas de sus celosos y geniales coetáneos, Bramante y Rafael), tanto en Florencia como en Roma; ahora lo conoceremos como pintor. La Capilla Sixtina del Vaticano, en Roma, con sus frescos de la creación y la expulsión de Adán y Eva del Paraíso en la bóveda (1508-1512) y el gran mural del Juicio Final (1536-1541), dan fe del genio pictórico de Miguel Ángel. Las siguientes entradas profundizarán en la obra y estilo de este portentoso genio, un artista total.
La pintura colorista alcanzó su clímax en Venecia con las obras de Tiziano, cuyos retratos denotan un profundo conocimiento de la naturaleza humana. Entre sus obras maestras se incluyen también representaciones de temas cristianos y mitológicos, así como numerosos desnudos femeninos, famosos en su género. A él también dedicaremos algunas entradas posteriores.
La PPT sobre este tema:
La Pintura Renacentista Alto Renacimiento Y Manierismo. from Tomás Pérez Molina
Y la PPT sobre Miguel Ángel, artista total:
En siguientes entradas propondremos algunas obras comentadas para que podáis profundizar en el conocimiento de la obra y estilo de estos maestros de la plenitud renacentista.
Y la PPT sobre Miguel Ángel, artista total:
En siguientes entradas propondremos algunas obras comentadas para que podáis profundizar en el conocimiento de la obra y estilo de estos maestros de la plenitud renacentista.
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